Capítulo 51

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Mikhail


Me dirijo al aeropuerto a por mi madre; aunque ella tenía previsto volver antes, al final se quedó más semanas. Como no quería molestarme en mis «vacaciones», le pidió a Sergey que la fuera a buscar; pero mi hermano me ha llamado porque no puede ir, así que me toca a mí, dejando a Adán tirado en un día tan difícil. «Suerte que no está solo», pienso, sintiendo algo de alivio, pero no mucho.

—Misha, cariño —exclama con alegría al verme; se la ve más morena de piel y radiante.

Nos abrazamos y nos damos dos besos con cariño.

—¿Qué tal el viaje? —pregunto feliz de verla. Cojo las maletas y emprendo el camino a la salida—. Parece que te has tostado bastante, madre.

—Que no me llames así —exclama, dándome un par de tortas en el brazo.

Me río sin poder evitarlo; me encanta molestarla.

Suspira con resignación.

—Todo ha ido bien —comenta—. Tu tía está mejor de la cadera, y tu prima va a tener un niño.

—Vaya, el primer chico; seguro que está encantada.

—Sí, mucho, y esperan vernos a todos pronto, que tu primo se casa.

—Pues sí que hay buenas noticias... —comento alegre; no veo mucho a la familia, pero cuidan de mi madre cuando los visita, así que les estoy agradecido, y espero que les vaya bien de corazón.

—Ya ves —espeta feliz—. ¿Y tú? Me gustaría saber más de ese mozo con el que estás.

—Las cosas son un poco complicadas ahora —comento, haciendo que me escrute con la mirada—. No me refiero a la relación, pero su situación es difícil.

—Eso es que estáis bien, ¿no?

—Sí.

—¿Y él? Si su situación es difícil...

—Está arropado por sus amigos; todo irá bien.

—¿No habrás venido a buscarme dejándolo tirado?

—Puedo permitirme venir a por mi madre, tranquila, además, luego iré a verle.

—Mm... —Me mira con la regañina dibujada en el rostro.

Hemos llegado al coche, cargo las maletas y emprendemos el camino a casa de Sergey.

—Bueno, ¿y los gatos? —pregunta tras un corto silencio.

—Muy bien; le han cogido cariño a Adán muy rápido, y creo que él les gusta más que yo.

—Parece que ese mozo ha pasado mucho tiempo contigo.

—Hemos tenido bastantes días para estar juntos.

—Ah... Cierto; dejaste el trabajo. ¿Estás aprovechando bien las vacaciones?

—Sí, bastante; me las merecía después de todo.

—Me alegro tanto... Creí que aún quedaba bastante por pagar. No te meterías en ningún otro lío, ¿no? —indaga preocupada, pero con un tono firme.

—El dinero fue el pago de un cliente, no me metí en nada turbio, puedes estar tranquila.

—Ahora sí que estaré tranquila; ese trabajo... Siento tanto que hayas tenido que hacerlo...

—Fue mi decisión. Y no ha sido tan malo, de verdad —apunto convencido; mis clientes eran peces gordos, así que no viví el infierno de la calle.

—Si hubiera podido hacer algo...

La tentación de AdánDonde viven las historias. Descúbrelo ahora