Capítulo I

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"Desde que tengo memoria, he soñado con que caigo al mar y me ahogo. Puedo sentir cómo mi pecho se aprieta del dolor por la falta de oxígeno, cómo mi corazón se detiene y cómo mi garganta arde del dolor, mientras caigo, caigo y caigo en las profundidades más oscuras del océano y, ahí, muero para entonces despertar..."



- ¡No, por favor, se los ruego! ¡No! – gritó la mujer, con su garganta desgarrada, presa del miedo y la angustia.

El hombre vestido con una negra capucha que incluso cubría su cara, la tomó del brazo como si ella no pesara nada y la llevó hacia el centro de la tarima. A su alrededor, la gente gritaba, alentando aquel sórdido show que parecía haber perdido el cruel significado que tenía. Entre la gente, un hombre se erguía recto con un niño sujeto a cada una de sus manos, los que lloraban desconsolados.

A lo lejos, al fondo de la plaza empedrada, las personas circulaban siguiendo con sus asuntos. Unos cuantos se detenían a ver la ejecución, mientras otros miraban, comentaban y se iban de forma indiferente. Había un mercado a unos cuantos metros, en donde la gente compraba, intercambiaba productos y hacía sus asuntos con total normalidad. Frente a un enorme edificio, un grupo de hombres observaba la escena a lo lejos.

- ¡No, les digo la verdad, no soy una bruja! ¡Por favor, no me maten, no! – gritó llorando - ¡Mis padres tenían los ojos de color! ¡E-ellos, ellos son foráneos! ¡Les digo la verdad, no soy una bruja!

Era cruel. Fue lo primero que pensó cuando vio a la pobre mujer ser puesta bajo el nudo de la soga que pendía de una pesada viga al centro de aquella tarima de madera. ¿Cómo podía esto ser tomado como un acto justo? Se preguntó, asqueado por cómo la gente celebraba aquel homicidio, en su opinión.

- Se lo merece, ella debe morir...

No era cierto que había dicho eso. A su lado, se giró para ver el perfil tan recto de su hermano mayor. Tras él, JongIn, su sirviente, se veía igual de estoico e indiferente, como si estuviese entreteniéndose con la escena que veían. A su otro lado, MoonKyu, su sirviente personal, evitaba una mueca asqueada, tal como la que él tenía a punto de sobresalir de sus facciones.

- ¿Por ser diferente? – preguntó mirando a su hermano mayor, quien parecía inalterado por la escena que tenían en frente.

- Por ser un fenómeno, míranos TaeMin, nosotros somos gente normal, ella no...

- ¿...no es normal solo por tener los ojos de distinto color? ¡Es ridículo!

- Es la Ley – insistió TaeSun – Nuestra sociedad es tal como tú y yo, gente normal, con ojos de color normal como los que nosotros tenemos... todos los demás son fenómenos – explicó - ¿Has visto a algún anciano con ojos de color? No hay ninguno, es por eso que aquellos que los tienen no deben ser más que hijos del demonio, monstruos

- Creo que esto es una barbaridad – siguió TaeMin – La mujer bien podría ser hija de migrantes, lo ha dicho

- Por favor... ¿Quién vendría a vivir a Busán? – se burló TaeSun, ridiculizando el comentario de su hermano – Te lo dije TaeMin, nadie está por sobre la ley...

- Y-yo, cre-creo que usted tiene razón, joven TaeMin – musitó MoonKyu en un susurro, apoyando a su señor.

- A ti nadie te preguntó – le cortó TaeSun de malas ganas, haciendo callar al joven sirviente.

Entonces, se hizo un silencio entre todo el tumulto, justo cuando el verdugo habría la trampilla en el suelo de la tarima y, ahí, la mujer cayó colgando por su cuello, sintiéndose entonces un estruendoso grito del público presente que festejó la ejecución.

[ El Corazón de un Tritón ]Where stories live. Discover now