SUSANA

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Susana era su nombre, 1.65 de altura, piel de porcelana, mejillas sonrojadas, cabello de fuego y unos labios en tinta roja que mataban cuando sonreía con su pícaro hoyuelo en la mejilla derecha y unos coquetos ojos azules que me invitaban a profanar su delicado cuerpo con mis manos.

¡SUSY! le gritaba su madre cuando sus muñecas rompía o cuando se ensuciaba el vestido blanco perla que presumía por el vecindario, me pregunto si su madre sospecho alguna vez de las incontables veces que ella desfiló enfrente de mi con el vestido tirado en el suelo y apenas una fina tela de algodón cubriendo su intimidad, mientras yo no podía dejar de morder mis labios y mojar mi cama al imaginármela desnuda en la misma.

Susane le llamo su padre cuando la llevo de compras por el pueblo aquella tarde de mayo de 1942 en que compró su primer perfume caro anunciando así que se había convertido en toda una mujer, el mismo perfume que dejaría impregnado en mi almohada el 30 de junio del mismo año cuando yo la hice aún más mujer que cualquier perfume.

Sus le apodaban sus amigos cuando salía con ellos a tomar un helado, salidas en las que más de una vez me cole y ella nunca soltó mi mano, ni siquiera para tomar el té en el mismo jardín trasero en donde a los 17 me regaló por vez primera un beso.

Susan le susurraba en su oído cuando ella yacía entre mis brazos después de arrebatarle cualquier rastro de inocencia que encontraba en su cuerpo o en su alma... Susan mi palabra favorita, Susan mi mantra de vida, Susan imposible decirlo en voz alta sin sentir que la lengua le hace el amor a los labios mientras lo pronuncias, Susan en mis anhelos, Susan en mis sueños, Susan en mi desenfrenado éxtasis que ocurre cuando me tocó pensando en ella, Susan en mis súplicas cuando le pedí que no se casara, Susan en la memoria de mi cama cuando ella gritaba al compás del corazón agitado que esconde una pasión prohibida...

Ella era siempre Susan en mi cama, con mejillas sonrojadas, jadeando de cansancio, empapada de sudor por la ola de placer, ella siempre sería mi Susan y yo siempre seré su Julieta.

Thinking Out LoudWhere stories live. Discover now