Capítulo 8: Redención (Final)

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La ciudad se había convertido en un caos, en donde las personas corrían sin dirección fija en busca de protección; los vientos guiaban sus lamentos y gritos, atrayendo enormes helicópteros que se dedicaban a transmitir las noticias en vivo. En medio del campo de batalla, Sofía se dedicaba a ver los cielos mientras dejaba que sus alas se estamparan contra su espalda, sus ojos mostraban profunda melancolía y sus labios entre-abiertos daban la impresión de querer decir algo.

—Sofía ¿Qué tanto esperas? — preguntó un pequeño ángel al detenerse en frente ella. Sus gélidos ojos reflejaban la tensión y el agotamiento de luchar contra demonios por varias horas— Están muriendo... los demonios siguen tomando los cuerpos para corromperlos y comérselos... 

—Lo se...— reaccionó finalmente el arcángel al envainar su espada— Es hora.

Extendiendo nuevamente sus alas, tomó una bocanada de aire, todo a su alrededor le resultaba lejano y el peso que sentía en su pecho se incrementaba, creando la sensación de estar cargando algo sobre su espalda. Con un pequeño salto, ascendió a los cielos, reviviendo los recuerdos en su mente; por aquellas calles, caminaba junto a su fallecido protector, y en aquel hospital se encontraba lo único que podía atesorar en estos momentos... todo se le iba de las manos.

— ¿Órdenes Sofía? — preguntó el mismo ángel, adoptando una postura protectora.

—Solo... que nada interfiera.

¿Qué serías capaz de dar por los que quieres proteger? ¿Serías capaz de sacrificarte con el fin de verlos llevar una vida placentera? Extendiendo sus manos hacia ambos extremos de su cuerpo, enormes cadenas descendieron de los cielos, brillaban con tanta euforia, que obligaba a los demonios, alejarse de los cuerpos que poseían.  En sus hermosas y delicadas manos, ahora se apreciaban líneas doradas en patrones irregulares, que delataban cada vena de su cuerpo, junto con lágrimas que bajaban por sus mejillas.

— ¡¿Qué estás haciendo Sofía?! — gritaron dos ángeles que aleteaban con fuerza para llegar hacia ella— ¿Qué parte de "eres el último arcángel" no has entendido?

— ¿Cómo quieres que acabe con esto? — preguntó con gran enojo al detener el proceso— Solo un gran sacrificio puede reparar todo el daño causado... es mi deber.

—No lo es... siempre debe existir un arcángel. Sofía, recuerda que ellos guían a los ángeles. ¿Es realmente necesario el sacrificio?

—Lo es... solo un alma inocente puede salvar a la humanidad del cruel pecado que albergan dentro de sí.

Ambos ángeles se miraban con tanta frialdad, que cualquier persona corriente, creería que mantenían una rivalidad. Sus hermosos cabellos castaños danzaban en cada aleteo, creando una hermosa armonía con su divina presencia. 

—Nosotros seremos, el borrego para tal sacrificio, uno solo no alcanza la nobleza de un arcángel, pero dos... ya es un gran peso.

— ¿Qué? — dijo Sofía al dilatar sus ojos— No lo harán... ya he visto demasiadas muertes pasar en frente de mí; muertes innecesarias.  

— ¿Y es necesario que el arcángel muera? — cuestionó con dureza el de mayor estatura, cuya vestimenta era una túnica tan blanca como la nieve— Es estúpido, tu mejor que nadie, sabes que tu misión final no es esta. Lo haremos nosotros. 

Ambos ángeles dejaron caer sus armas para ubicarse a su lado, tomándole de las manos y cerrando los ojos para enfrentar el destino que habían tomado. El sentimiento de culpa invadía cada vena del arcángel ¿no era demasiado egoísta ese deseo? No podía pensar, tampoco respirar de forma adecuada lo que le llevó a desviar su mirada hacia los suelos.

El Último ArcángelWhere stories live. Discover now