Introducción

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23 de Febrero de 1994.

Un fuerte tiroteo se daba lugar en la iluminada ciudad de Manhattan, personas fallecidas decoraban con su tétrica silueta el gélido suelo de ladrillo, en donde la espesa sangre se expandía de forma lenta y viscosa. Las luces de las patrullas policiales iluminaban de forma esporádica las calles y pasillos de la ciudad con sus distintivos colores en rojo y azul, alertando así, a la población de operativos en curso y posible peligro.

Era una masacre que trajo consigo la desesperación de la humanidad, dejando de creer por completo en Dios y sus tan aclamados protectores angelicales. En uno de los apartamentos de la ciudad, cuyas puertas y ventanas  se hallaban selladas con astillados tablones de madera, una mujer alumbraba con todas sus fuerzas en una oscura habitación. El miedo por la situación en el exterior era tan fuerte, que su aterrada conciencia le indicó que era más seguro dar a luz sola que salir en busca de ayuda médica. 

— ¡No puedo!— gritó una vez más la mujer de tez acaramelada, al aferrar sus temblorosas manos en las sucias mantas repletas de polvorín— Moriré...

— ¡Aguanta Jessica! — apoyó su acompañante, una mujer de apariencia idéntica, sentada al extremo de sus piernas flexionadas, en espera del bebé que estaba por llegar— No te rindas, ya está cerca— animó al observar como la hemorragia descendía por las polvorientas sábanas blancas y salpicaba al caer en el descuidado suelo de madera.

Pero aquella mujer comenzaba a dejar de pujar y sus manos perdían fuerza para aferrarse a las polvorientas mantas, dejando escapar lágrimas por el rabillo de sus ojos, los cuales se mostraban agotados. Su compañera, que hacia papel de partera, se levantó de su puesto ensangrentado con cierta vacilación y temor para acercarse a su rostro pálido y sudoroso.

— ¡Sigue pujando! — regañó con un nudo en la garganta ante el miedo de perder dos vidas en un solo segundo.

—Sácalo... sea como sea sácalo y críalo por mí— rogó entre sollozos— He perdido demasiada sangre, no tengo fuerzas y veo todo borroso, se lo que significa hermanita... usa un cuchillo y sácalo.  

Sus débiles ojos se posaron en su hermana Jessica, quien le sonrió entre labios cuyo color azulado se hacía más intenso. Sus hermosos y agotados ojos avellana perdían brillo total, dejándose saber que su vida se escapaba en cada débil respiración marcada por el fatídico segundero del viejo reloj, en la desteñida pared.

— ¡Jessica! — chilló su hermana comprimiendo su pecho con ambas manos, para intentar resucitarla— resiste, tu bebé está por venir.

—Ella ha dejado este mundo... deja de hacer esfuerzos inútiles— comentó una agradable voz masculina al tiempo que aquella polvorienta habitación era inundado por una luz tenue y plumas blancas descendiendo como una armoniosa lluvia— Sacaré al bebé...

Aquella mujer sin decir nada se apartó, observando a un hermoso chico de túnica lila acercarse al vientre de la difunta mujer, sus enormes alas extendidas recordaban claramente a las de un águila en pleno vuelo y sus largos cabellos blancos que bajaban por su espalda, cintura y pantorrillas, le daba un toque divino ¿Era un ángel?

— ¿Eres un Ángel? — preguntó la joven al arrodillarse en frente de tal milagro, aquella blanca cabellera no dejaba apreciar su rostro, salvo su perfilada nariz y una sonrisa suave.

—El protector de este bebé— dijo al posar ambas manos en el vientre, sumergiéndolas junto a un halo blanco tan cegador que inundó por completo la habitación, evitando que pudiesen ver lo que hacía— Es una niña... y su nombre será Sofía, que significa sabiduría.

Sin poder decir nada nuevamente, ante tal silencio perturbador, el chillar de un bebé trajo consigo el sonido de armonía, de una esperanza para ambos. La luz cegadora se había disipado un poco, ahora mostrando a un ángel con un bebé en brazos; sus miradas estaban perfectamente conectadas y sus extensas alas se recogieron, dejando ver el rostro de aquella bebé, en donde lo único que resaltaba eran ojos en un color gris.

— Mi misión es protegerla hasta que llegue el momento crucial en su vida, tomaré toda responsabilidad en ella en lo que se refiere a crianza y protección. 

— ¿Quién eres?

— Soy Bastien y esta pequeña... es la nueva esperanza del mundo... el nuevo y último Arcángel.  

El Último ArcángelWhere stories live. Discover now