Capitulo 32- Duelo

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Hace una semana hago todo por inercia. Comer, bañarme, hacer la comida de mi hermana e ir a clases. Todo es tan monótono. Marisol está igual y hasta peor, apenas hoy se reincorpora a la vida normal.

Yo no pude dejarme morir. Tengo a una niña que cuidar, darle de comer y amor. Pero eso no quita que por las noches lloro, que ya no hablo con Noah y que he dejado de comer lo suficiente. Mis ojeras han vuelto pero los sueños no. Simplemente ya no quiero dormir, comer o vivir.

Pero debo hacerlo por mi hermana. Por mis dos hermanas. Adopte a Marisol como a una más, el sentimiento ya existía pero ahora vive en mí casa. La realeza no tuvo objeción por que ella también es arauzy.

—¿Quieres café o chocolate? —pregunto a mi amiga que tiene la mirada perdida.

—No quiero nada.

Su voz es apenas un susurro.

—Chocolate será.

Sirvo la taza y lo pongo delante de ella. Lo observa jugueteado con el, pero no lo prueba.

—Debes tomar algo más que agua. No has comido en toda la semana.

—No tengo hambre.

—Sé que es difícil, pero estoy para ti, Sol.

Me acerco a ella y la abrazo. Siento como tiembla, solloza. Con su voz entre cortada me habla:

—Ella lo era todo para mí. Era mí única familia. Mi mejor amiga... Mi todo.

Paso mi mano por su espalda una y otra vez. La acuno entre mis brazos para que pueda estar tranquila. Pasan minutos largos que se convierten en horas. En otro momento por la puerta hubiera entrado Domenica y hubiese hecho un chiste. Pero ya no esta y es algo que a ambas nos rompe. Me hago la fuerte y me levanto para ayudarla a ella a ponerse de pie.

—Vamos, tienes que salir a tomar aire, ¿recuerdas lo que te pidió? No te dejes vencer.

Lentamente se pone de pie. camina conmigo despacio y taciturnamente. Recorremos parte de la ciudad para llegar al parque donde la había escuchado hablar con Nino.

Nos sentamos en una banca, cierra los ojos y levanta el rostro hacia el sol. Respira profundamente llenando sus pulmones de aire soltando lentamente. Eso la revitaliza, después de todo somos arauzys y estamos unidas al aire.
El día es precioso el sol acaricia mi piel junto a la suave brisa que crea mi amiga para relajarse.

Abre los ojos y me observa, en ellos veo mas vitalidad y fuerza que antes. Al parecer el aire fresco le hace sentir mejor. Justo como a las plantas.

—¿No sabías nada de nada sobre qué estaba unida a los rebeldes? —pregunto.

—No. Nisiquiera sabía que le gustaba ese chico. Jamás nos habíamos ocultado secretos.

Guardo silencio otra vez, no quiero seguir removiendo la herida abierta. Es mejor dejar que siga su luto a su manera. Me toma de la mano y me hace levantarme. No pongo objeción ya que es primera vez en una semana donde se ve con un semblante diferente. El camino que estamos tomando se me hace familiar, me detengo un poco haciendo que haga lo mismo.

—¿Qué sucede? —pregunta.

—No hemos hablado en toda la semana.

—Sí, lo sé. Es por eso que estamos yendo para allá, no puedo creer que todo esto y no se hayan dirigido la palabra ni una sola vez.

Me cruzó de brazos y le doy una mala mirada.

—Exactamente eso es lo que intentamos evitar. No puedo dejar a mi hermana sola.

Secretos (Editando)Where stories live. Discover now