Un motivo para confraternizar

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NA: Perdón por el hiatus eterno xD 

Capítulo 4: Un motivo para confraternizar.

Harry miraba de reojo al marido de su amiga, que revoloteaba a su alrededor con aires de suficiencia. Lo hacía casi resignado debido a la situación en la que se encontraba. No hacía ni media hora que habían pactado fingir soportarse mínimamente para demostrarles a las chicas que podían cooperar, pero la verdad era que ya quería perderlo de vista de nuevo. Pensó en simplemente ignorarlo, ya que no estaba haciendo absolutamente nada de provecho, pero la manera en la que se movía de un lado a otro mientras miraba por encima de su hombro le hacía la tarea casi imposible.

—Oye, Malfoy, ¿puedes dejar de ser un incordio por una vez en tu vida? —le susurró, molesto.

—¿Un incordio, dices? —preguntó, fingiendo indignación mientras miraba con cierta inquietud la comida que se cocinaba sobre la parrilla, como si temiera que fuera a churruscarse todo de un momento a otro—. Deberías estarme agradecido de que esté vigilando que no se te queme nada.

—Esta carne no necesita dos pares de ojos puestos en ella, idiota. ¿Qué tal si te vas a hacer algo más productivo?

—¿Qué otra cosa mejor puedo hacer que supervisar a un Gryffindor inútil? Tengo hambre, ¿sabes? —murmuró casi entre dientes.

Harry chirrió los suyos.

—¿Qué estás insinuando sobre los Gryffindors? ¿Debo recordarte que tu esposa es una de ellos?

—Y es la mujer más maravillosa y perfecta que conozco. ¿Pero qué tiene eso que ver con que tú, como Gryffindor, seas un inútil?

Harry levantó sutilmente las pinzas que estaba usando a modo de amenaza.

—Tienes suerte de que me dé más miedo lo que sea que esas dos de ahí estén tramando que enfrentarme a ti, porque realmente mereces que pegue tu cara junto a los chorizos y la apriete sobre la parrilla hasta que quedes marcado de por vida.

—Oye, oye —se quejó Draco por lo bajo—. Controla tu agresividad, ¿de acuerdo? ¿O es que me vas a hacer recordarte el trato que acabamos de hacer? Nos están poniendo a prueba y tu hostilidad no ayuda con eso.

Harry sabía bien que nunca aceptaría su parte de culpa en aquella disputa, así que, para evitar seguir discutiendo, optó por simplemente decir:

—Por el amor de Morgana, Malfoy, ¡lo único que te pido es que me dejes en paz!

—¿Todo bien por ahí, chicos? —preguntó Pansy con ese deje en la voz que Harry conocía demasiado bien. Estaba disfrutando de presenciar cómo intentaban cooperar, claramente sin éxito, pero se estaba haciendo la tonta. O tal vez la inofensiva, aunque de eso no tenía ni la punta de un cabello.

—Todo genial, mi amor. Tu amigo me estaba diciendo que va a ir a la cocina a prepararos un refrigerio —dijo, mirando de reojo a Draco con orbes maliciosos—. ¿Verdad?

Este pareció sorprendido al principio, pero forzó una sonrisa a tiempo para que no pareciera que estaba mintiendo.

—Sí, por supuesto. Lo que sea por mi bella mujer y mi mejor amiga, sin la cual nunca habría descubierto que en Gryffindor había gente interesante después de todo.

Harry le dedicó una mirada que pudo considerarse claramente homicida. Las cosas que había visto que estaba dispuesto a hacer por Hermione podían haber cambiado ligeramente su percepción de él, pero la enemistad que tenían había perdurado tanto en el tiempo que era incapaz de tolerar ciertas cosas. No estaba dispuesto a aguantar su insolencia ni un solo segundo. Si su amiga era feliz teniendo eso en casa... allá ella. Él no podía imaginar una sola razón que pudiera conseguir solucionar las profundas desavenencias que ambos tenían y que se venían desarrollando desde la niñez.

El último tratoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora