Delirio

247 8 1
                                    


Beelzemon detesta las malditas fisuras que existen entre el Digimundo y el mundo humano. Las maldice y las agradece. Porque gracias a una de esas malditas uniones entre ambos mundos logró regresar al lado de sus camaradas, esos niños que tanto quiere. Pero son esas mismas perturbaciones entre realidades, las que cada tanto permiten el paso indeseado de otras criaturas digitales que alteran el equilibrio que tanto les ha costado cimentar.

Pero eso, en realidad no es problema para una gran bestia de su calibre, no existe enemigo que sea capaz de salir bien librado después de recibir el impacto de sus berenjenas. Y Beelzemon se jacta por ello mientras en el suelo yace el cuerpo inconsciente de uno de los invasores de turno que acaba de vencer. Hay más de ellos, por eso el conejo y la lagartija también pelean a unos kilómetros de distancia.

El demonio ama pelear, de eso no hay duda. La sensación de satisfacción que le produce un buen combate está marcada a fuego en su algoritmo. En su naturaleza.

Pero hoy, como recientes ocasiones anteriores, no lo disfruta. Su atención se pierde en su compañera de combate, que a solo unos metros de él se dispone a terminar con sus propios contendientes.

La mira como pocas veces, y se maldice así mismo por tener pensamientos tan impropios por una criatura tan sagrada. No sabe porque, pero existe una maldita diferencia entre ver a su amiga en su forma de Renamon y verla en su etapa adulta. Y ella solo evoluciona en Taomon cuando lo necesita, cuando tiene que pelear. Cuando se abren entre los mundos aquellas malditas fisuras.

Quiere dejar de pensar en ella pero no puede, siente la necesidad de arrastrarla lejos, y descubrir de una maldita vez que hay debajo de toda esa ropa que ahora viste su cuerpo. Quiere ver la silueta que se esconde de su mirada, tocarla y sentir su piel bajo sus metálicas garras. Su respiración se agita y se da cuenta de que otra vez se está perdiendo en el deseo de descubrir a que sabe su piel.

Se maldice por ello, porque desea profanar su cuerpo con su propia esencia demoniaca, marcarla para siempre como suya aunque tenga que corromperla. Aquello le molesta. Se siente despreciable. Ella está en el aire, agitada, peleando como la guerrera que es, tan ajena a los obscenos pensamientos que ahora nublan su mente. Y no comprende como una criatura tan bella puede despertar en él pensamientos tan perversos.

Taomon posiblemente necesita ayuda para pelear, pero él no acude en su favor, teme que si se acerca lo suficiente no existirá autocontrol capaz de detener sus posibles acciones. Se siente incapaz de lidiar con el delirio malsano que corroe su mente como veneno.

Su amiga le gusta, y lo sabe. Lo aceptó hace tiempo. Le gusta de todas las formas posibles e incluso se arriesgaría a decir que está enamorado de ella. Ya no siente vergüenza al reconocerlo, al menos así mismo, porque con todo lo que han pasado juntos y todo lo que ella ha hecho por él, se ha convencido de que sus sentimientos están justificados.

Por eso maldice esos insanos deseos de poseerla, porque ella es tan inocente, tan pura. Sin ninguna gota de perversión.

Quiere que el combate termine de una vez, para largarse de ahí, porque a pesar de mantener su distancia con la zorra sagrada, no se atreve a abandonarla.

Un nuevo oponente llama su atención y él agradece internamente el poder alejar sus ojos de la anatomía de su compañera. Desquitará su malhumor con alguien más. Pobre del desgraciado digimon que se atrevió a cruzarse en su camino.

El demonio siente rabia, ira, y por momentos lo embriaga el deseo de mandar todo al carajo y buscar el calor del cuerpo ajeno para perderse en su boca. No lo hace, porque no se atreve a provocar algo que aún desconoce, se repite mil veces que sus deseos son egoístas, guiados por un instinto que desconocía poseer, pero que está seguro, no le traerá nada bueno.

Intenta concentrarse nuevamente en la batalla, y se obliga a no mirar en la dirección de su compañera cuando la escucha quejarse por lo que obviamente fue un ataque directo del enemigo. Le preocupa, pero confía en la fuerza de su amiga lo suficiente para anclar sus pies al concreto y no volar en su ayuda.

Beelzemon pelea hasta que ya no quedan más infelices por derrotar, se prometió hace mucho tiempo, no matar a ningún otro digimon. Nadie lo hace, ni él ni los otros que luchan junto a sus Tamers. Todos los insectos que fueron vencidos, serán devueltos al mundo virtual, pero ese ya no es su problema.

El alivio que trae consigo el final del encuentro, no dura mucho. Porque la causante de su frustración se acerca más de lo que él consideraría prudente. La zorra, con su mirada fría y su rostro impávido, anuncia su presencia con un ligero saludo. La mira hablarle, pero no la escucha, se pierde una vez más, tratando de dilucidar la manera más rápida de quitarle toda esa estorbosa la ropa.

- Ya basta maldita sea.

Se reprende así mismo. Ya ha maldecido mucho el día de hoy.

Taomon se acerca y le sonríe con autosuficiencia, satisfecha de su propia victoria. Y no hay nada que a él le perturbe más que ver su sonrisa. A quien quiere engañar. Renamon, Kyubimon o Taomon, no hay ninguna maldita diferencia, ella le gusta en cualquiera de sus formas. Y con ese último pensamiento en mente, se da cuenta de que esta jodido.

Necesita de ella, y su infinita arrogancia le dice a gritos que ella también le anhela de la misma forma.

Reduce la distancia que les separa. Imaginando como luciría aquella hermosa criatura bajo su cuerpo, estira una de sus largos brazos para posar delicadamente una de sus garras sobre los tatuajes que cubren sus mejillas, y se jura así mismo que no pasara otro día más sin saberlo.



****************************************************************************************

Puees, fin del capítulo 2. Creo que disfrute mucho haciendo este remedo de situación. En serio quería escribir algo desde la perspectiva de Beelzemon. Y creo poco a poco fue tomando forma, siento que así cortito está bien, no quise explayarme demasiado.

Aunque definitivamente es diferente al anterior. Igual, no me arrepiento de nada.

Situaciones - Impmon x Renamon - DigimonWhere stories live. Discover now