II: Que la suerte nos acompañe

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Eife

El ''gran'' día había llegado. 

Lissan la despertó de nuevo, aunque esta vez el desayuno era diferente, había más comida y Lissan estaba más sonriente.

—Buenos días, princesa. —saludó el joven. Se acercó a ella dejando el desayuno sobre la mesita de noche junto a su cama. Se inclinó hacia Eife, y dejó un pequeño y suave beso sobre su mejilla, dejando a la muchacha perpleja. —Feliz cumpleaños. —la felicitó como si no hubiera hecho nada fuera de lugar. 

—G-gracias. —respondió medio sonriendo, notando el calor subir a su rostro. Lissan notó que la chica estaba algo incómoda o nerviosa. Inmediatamente se arrepintió de su acción.

—Lo siento... No debería-

—No. —le cortó ella antes de que prosiguiera. —No lo sientas. Está bien. Puedes hacerlo siempre que quieras. —respondió quizás demasiado emocionada, sonando algo necesitada de él. Lissan contuvo su risa y simplemente sonrió con ternura.

—De acuerdo. —respondió más tranquilo. —Después del desayuno tiene que ducharse para ir a ver a las modistas, le acabarán de ajustar el vestido que usará esta noche, y después hablará con la reina Firai. —explicó. Eife puso un puchero y asintió. 

Merilas

El joven príncipe estaba aterrorizado por la noche que le esperaba, tenía que mostrarse como alguien que no era, y todo por el 'bien del reino', pero nadie pensaba en el bien de él. Por supuesto que no.

Después de aguantar más charlas de su padre, las cuales eran prácticamente iguales que las de los últimos días, fue a probarse el traje que llevaría. 

Era incómodo y no se sentía bien con él, además podía ver la decepción en el semblante de su padre al notar que las modistas tuvieron que ajustarle el traje porque le venía grande, su figura viéndose más fina y menos masculina.

Eife

—¿De verdad debo ir tan apretada? No podré respirar. —se quejó Eife mientras las modistas le probaban el vestido con corsé.

—Pues a mi me encanta, me siento sexy. —dijo Kafette, quien también se estaba probando su vestido. —Crea curvas en mi cuerpo que no existen, es genial. —seguía idealizando. Eife se rió.

—Seguro que sí, el morado te sienta bien, y estarás muy guapa. —dijo la rubia. Kafette le sonrió.

—A ti el azul te queda genial Eiffie, va a juego con tus ojos. —le dijo la morena guiñando un ojo. Eife se rió.

Después de aquella tortura, venía algo peor: la charla con su madre. Se dirigió a su habitación, esta ya le esperaba dentro. Le sonrió con serenidad. Eife entró de mala gana. 

—Eife, siéntate por favor. —dijo su madre señalando un sillón. La chica hizo caso. —Sé que no estás de acuerdo con nada de lo que va a suceder, pero por favor, tienes que comportarte. —comenzó, provocando que la joven rodara sus ojos. —Eso mismo, eso no debes hacerlo.

—Me sale solo, no puedo evitarlo. —se quejó cruzando sus brazos.

—Tampoco puedes responder. Tienes que intentarlo cariño, solo por hoy. —dijo la mujer. —Te cuento lo que haremos: los invitados irán llegando sobre las seis, ambas los recibiremos con una sonrisa; cuando estén todos, el salón ya estará repleto de tentempiés y criados con comida y bebida que ofrecer; hablarás con Merilas, tu prometido, y bailaréis el primer baile a solas; después los que quieran bailarán. Y quiero que sigas las instrucciones al pie de la letra. —explicó seriamente Firai. 

Love around the crownDonde viven las historias. Descúbrelo ahora