Capítulo 1: Aquí es donde te cuento cómo empezó todo.

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Esta historia comienza aquel día donde cinco hermanos de gran poder dejaron a un lado sus responsabilidades y decidieron comenzar una guerra. Cegados por la avaricia, ningún vínculo de sangre parecía unirlos, y fue esa noche cuando la luna, atemorizada por el egoísmo de los hermanos, decidió hablar.

Le otorgó a cada hermano una piedra que debían proteger con su vida, siendo los dos hermanos mayores los que recibieron las piedras más importantes: una de la propia luna, y otra del sol; seguidos por un Ópalo de fuego, una piedra Jade y un Zafiro.

Tras esto, la luna repartió el mundo en seis y otorgó un país para cada hermano, siendo la sexta porción de tierra la ciudad de Mercovius, lugar donde los cinco hermanos comercializarían con las tierras del otro y mantendrían todo en perfecto equilibrio durante los siglos venideros.

Todo hasta que un día, temerosos de perder el poder que la Luna les había otorgado, decidieron introducir las piedras en el interior de un portador, aquel que había sido elegido para reinar su tierra una vez ellos muriesen. Todos aceptaron esta idea, menos la hermana de Ópalo de Fuego, quien, creyéndose indestructible, jamás se separó de la Piedra que portaba.

Un día, cuando en el cielo se fundieron el sol y la luna, despertó una sexta piedra. Se trataba de un Topacio Blanco que, al caer sobre manos equivocadas, se tornó negro cual Onix, creando una raza de criaturas condenadas a vagar la eternidad en busca de víceras y cerebros frescos.

Su portador, un viejo brujo, usó el poder de su gema para acabar con los Hermanos Fundadores, y la piedra de Ópalo de Fuego se perdió para siempre, o eso creyeron todos, pues la luna, quien había permanecido expectante, tenía un nuevo plan en mente.

Molivea era conocida por ser la región del este, una porción de tierra pequeña pero bastante habitada y que contaba con la presencia de una comarca y una zona de culto. Todo lo demás se había reservado para la ganadería y la explotación agrícola.

Si había zona que destacar, esa era Rhidarion, comarca del norte de Molivea, un lugar conocido por la falta de enemistad entre habitantes y por la increíble capacidad de comunidad entre ellos. Nadie criticaba al hijo del vecino, y nadie era capaz de delinquir.

En Rhidarion habían mercados, una vieja torre que antiguamente había servido para divisar los cambios de humor de la luna, y casas en medio de una pradera.

Eso era todo, y era más que suficiente.

El sol solía brillar al menos trescientos días al año y el resto se reconocía con el nombre de "Nocturnidad", dado que había una época del año en donde el sol no se preocupaba por salir a dar calor, sumiendo a la pequeña comarca en una oscuridad permanente.

Fuera de la comarca estaba el gran Árbol del Culto, primer árbol plantado en tierras de Molivea y lugar de culto a la Hermana Fundadora de nombre Yenia, dueña del Ópalo de Fuego. Allí vivían también la Anciana, conocida por ser la fauno más longeva de la región y la única superviviente testigo de la caída de los Fundadores, por lo que se encargó de hacer custodia de la palabra de Yenia, de proteger sus tierras hasta que la Luna eligiese nuevo Portador.

Por otro lado, situada al Suroeste del mapa, se encontraba la región de Ebium, dirigido y representado por los hijos de Stele, la hermana mayor de los Hermanos Fundadores, mientras que, en el seno de aquel lugar había crecido y nacido más de ocho generaciones de portadores de la piedra Lunar, pues se había pasado al recién nacido días después de nacer.

Ebium era conocido por el gran culto a la luna y el gran poder que de ella sacaban. Eran seres fríos, de tez pálida y ojos muy claros que vivían en contínua oscuridad y no soportaban la luz del sol.

Al sur, tras el Mar de Medusa, se encontraba Mytinor, la región del sol. Kilómetros y kilómetros de tierra oscura y altas temperaturas. Su oficio siempre había sido la minería y el culto al sol, con casas de piedra volcánica y habitantes con una extraña tendencia a la ira desmesurada.

Su Fundador, el hermano Landar, había sido el último en perecer bajo el portador del Topacio Blanco, lo cual para los egocéntricos habitantes de Mytinor significaba que su Fundador había sido el más valiente y fuerte de todos.

Se decía que Mytinor y Ebium jamás habían logrado superar sus diferencias y que, como el sol y la luna, eran tan diferentes que su convivencia resultaba imposible.

Mientras, Atland había conseguido la paz con todos sus hermanos, levantando un reino entero gobernado por el Portador del Zafiro y los Hijos de Aidul, Hermano Fundador de aquella tierra del Oeste rica en minerales y pesca.

Aquel lugar era conocido por sus grandes lagos y colosales cascadas de ricos minerales. Su gente era trabajadora, aunque en ellos reinaba una especie de malestar al parecerles poco el control total de los mares.

Y por último estaba Tirontir, país Noreste gobernado por los hijos del hermano Aefur y el portador del Jade. Distribuidores oficiales de hierbas medicinales y remedios mágicos para la cura de enfermedades, por lo que eran bastante queridos por gran parte de las demás regiones.

Muy al norte del mapa, en una zona que duplicaba el tamaño del resto de regiones, se levantaba la gran ciudad comercial de Mercovius, dirigida por un representante de cada país que vivía y ponía voz en el Templo Sagrado de los Hermanos, allí donde una vez reinaron, y allí donde entregaron sus piedras a un portador legítimo.

Mercovius era una ciudad aparentemente circular, con todas sus estrechas calles comerciales convergiendo en aquel templo con apariencia de colosal palacio de piedra blanca y grandes ventanales donde nadie había sido capaz de entrar, pero que todos conocían perfectamente.

Cualquier decisión que tuviera que llevarse a cabo salía de allí, tanto los castigos más aterradores como los agradecimientos más honoríficos.

Pero aquellas regiones no eran ni por asomo las únicas que existían, pues el Topacio Blanco había sido adquirido en una tierra lejana y llena de penumbra cuyo aire solo arrastraba azufre y veneno, y nadie conocido había oído hablar de un superviviente que hubiese adquirido las capacidades necesarias para habituarse al lugar.

Se hablaba también de que el Hermano Landar, Portador de la piedra del Sol y último en perecer, dañó de muerte al anciano, quien, tras perder sus fuerzas, se retiró al único lugar donde su alma, ahora sumida en la más espantosa maldad, podía sobrevivir: Las Tierras de Celie.

Nadie había logrado sobrevivir al caminar del anciano, pues dejaba muerte y pavor por donde quiera que pasara, y aunque muchos temían siquiera pensarlo, tenían claro que algún día el Topacio Blanco despertaría de nuevo y sanaría sus grietas, haciendo regresar la muerte y las desgracias a cualquier región que deseara.

Por suerte para todos nosotros, la Luna lo sabía, y estaba dispuesta a hacer lo que fuese necesario para evitarlo.

Nadayrian de ToraWhere stories live. Discover now