17. BUFANDA

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Sencilla, encantadora, dulce... Así solían describir a Celine Bustier. Se ganaba fácilmente el cariño y la admiración de todos sus alumnos, mientras era encomiada por profesores por su excelente trabajo como docente, ayudando siempre a sus estudiantes a ser mejores personas.

La forma en la que era tratada le hacía más grato ser educadora, y el enseñar era para Celine, un arte.

Y algunos alumnos, apreciaban ese arte de manera particular.

Así era Nathaniel, que últimamente prestaba más atención de lo habitual, no precisamente por interés y gusto propio.

«Es tan profesional...» Pensaba con ilusión mientras veía a la adulta instruir a todo el grupo. Embelesado por su apariencia de paloma, haciéndole más calmo y relajante el aprendizaje.

«Es un ángel, no tengo dudas...»

Y así, el joven de cabellos cobrizos se le acercaba después de clases, para poder, aunque fuera por escasos momentos, conversar con ella, más allá de lo relacionado con las materias impartidas.

Aquello, aparte volverse una costumbre, se convirtió en un intenso deseo de conocer a su mentora.

— Entonces... ¿Estuvo en Italia? —Inquirió el dibujante, escuchando con interés.

—Oh, eh, sí... —Con una afable sonrisa, mientras recogía las cosas de su escritorio—. Estaba muy pequeña, así que no recuerdo mucho que digamos...

—Bueno, lo importante es que estuvo allá, ¿no? Y quizás algún día, pueda volver...

—La verdad, si me gustaría regresar... Y te prometo que si tengo la oportunidad de viajar allá, te llevaré conmigo... —Pasando su mano por su cabello, alborotándolo ligeramente.

—Eso sería genial, Srta. Bustier... Así aprovecharé para pasar tiempo con us... —Mordiéndose internamente la mejilla— Dibujando... Sí, eso... Me han dicho que Italia tiene paisajes bonitos...

—Sí... —Evocando en su mente aquel panorama—. Sus vistas son hermosas...

«Cómo sus ojos...»

—Bueno... Ya es tarde, deberías ir a casa... —Su mirada decayó un poco— No quiero tus padres te regañen por mi culpa... Además, tengo que archivar unos documentos... Así que no termino todavía...

—Oh, casi lo olvido... —Sacando de su bolso una encantadora bufanda color lavanda hecha a mano, con un pequeño corazón en la esquina, justo donde comenzaba el flequillo—. Aprendí a tejer, y pensé que esto le gustaría...

—Oh, no debiste haberte molestado... —Tomando la prenda y envolviéndola en su cuello—. ¿Cómo me veo?

« ¿Es necesario que responda?»

—Se le ve muy bien... —Ella le dedicó una tierna sonrisa, que embobó al pelirrojo—. No le quito más tiempo... Me voy a casa...

—Gracias, Nathaniel —Dándole un tierno y cariñoso abrazo al menor, que lo aceptó más que con gusto—. Espero verte en clase mañana...

—Por supuesto... ¡Adiós!

El muchacho se alejó a paso relajado, con un adorable sonrojo en sus pómulos. Si bien sabía que el cariño que abrigaba su profesora para con él era meramente natural, como el de una madre a su hijo, se conformaba con eso.

No existía algo que lo hiciera más feliz que pasar tiempo con su maestra favorita en el mundo entero.

JULIO MULTISHIPP [Drabbles y oneshots]Where stories live. Discover now