11. ROSTRO FAMILIAR

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La azabache no dejaba de darle vueltas al asunto. Intentando resolver embrollo que ocurría en su cabeza después de aquella agitada mañana. No entendía nada de lo que había pasado, mucho menos cuando había caído en las garras de aquel malvado akuma.

Todo pasó tan rápido. Había tenido una ardua pelea contra Ladybug y Chat Noir como Onii Chan, producto de las malintencionadas y deliberadas acciones de la castaña, a la que guardaba un rencor indescriptible. Esa chica nunca le inspiró confianza, y menos ahora, que se acercaba tanto al rubio y que por ella, se convirtió nuevamente en la victima perfecta del personaje antagónico de París.

Pero lo curioso era, que una vez librada de la mariposa negra, no recordaba ni una sola cosa mientras estuvo bajo el control de Hawk Moth. Todo era borroso y confuso, nada en concreto. Sólo fragmentos muy pequeños, que eran como flashes en su mente.

Al que sí recordaba bien era al héroe vestido de negro y de apariencia felina, y la caballerosidad con la que la trató.

No entendía el porqué, pero la imagen de Chat Noir cargándola y llevándola hasta su casa se repetía una y otra vez en su memoria. Como si aquel gesto hubiese sacudido completamente su mundo.

Le resultó tan extraño el que él haya dejado de lado el característico choque de puños con su compañera de batallas, sólo para llevarla a su casa. Y no entendía la razón. Después de todo, aquel corto paseo en brazos del héroe no fue nada fuera de lo ordinario. A menos, para el resto de los parisinos.

Pero ella lo percibió de una manera muy diferente.

Recordó cómo, al estar tan cerca del pecho del varón, al cargarla, sentía el fuerte palpitar de su corazón. Puede que el agite de la lucha haya tenido algo que ver, pero no eran latidos cualquiera. Y estaba casi segura de que, tanto al llevarla como al dejarla en su casa, un persistente y notable sonrojo permanecía en sus mejillas. Y eso es algo que no podía pasar con alto como si nada.

Mientras más lo pensaba, más se enredaba y menos encontraba respuestas. Y la verdad, Kagami ni siquiera sabía porque le importaba tanto. Si es que de causalidad aquel galante felino estaba interesado en ella, no era algo de lo que tenía que preocuparse.

Pero al mismo tiempo, esa idea removió algo en su interior. El hecho de que Chat Noir mostrara atención para con ella le produjo alegría, sin comprender bien el motivo. Dejando escapar una risita cuando se imaginaba aquello.

«Solo te trajo a casa, Kagami, no te ilusiones...»

¿Por qué pensaba así? ¿No se suponía que estaba perdidamente enamorada de Adrien? ¿Por qué de repente Chat Noir la conmocionaba tanto? Sí, estaba cien por ciento segura de que su corazón pertenecía al joven de hebras doradas, y que nadie, ni siquiera el héroe más famoso de París, podía comparársele.

Pero algo no encajaba. Mientras más lo pensaba, más se frustraba. Quería respuestas, quería razones. Como si aquello fuera su derecho. Porque no podía negar, además de lo que Chat Noir le hizo sentir esa tarde, que había algo familiar en él, algo que la hacía dudar.

Pero no podía conectar al héroe con alguien en particular. Porque por más familiar que le resultase, no hallaba en su confundida mente a quien le recordaba.

«A este paso, te volverás loca en cuestión de minutos. Júralo.»

Sacudió su cabeza, tratando de impedir que aquellas interrogantes socavaran más profundo en su mente. Evitando que un simple acto de caballerosidad de Chat Noir le carcomiera la cabeza y le hiciera perder la razón.

Tal parece que la suerte no estaba de su lado, porque apenas se acercó al ventanal de su habitación, un curioso gatito se colgaba de cabeza, espantándola de inmediato.

JULIO MULTISHIPP [Drabbles y oneshots]Where stories live. Discover now