Capitulo 3: Consejeros imperiales

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El rey entra a la sala del consejo

- Disculpen la tardanza, estuve paseando con mi esposa y mi hija por el jardín y surgió un imprevisto

- ¿Qué ocurrió su majestad?- dijo el anciano Sacerdote Smoots- ¿Le ocurrió algo a usted o a su esposa?

- No precisamente, mi hija tropezó y se cayó.

- Oh y ¿ella se encuentra bien ahora?- dijo con susto Sir Gustav

- No, ella está perfectamente, pero siempre logra que le cumpla sus gustos, fui a hablar con la herbolaria para que me consiga un capullo de mariposa que no haya prendido aun. Trivialidades como verán, pero que me han tomado unos minutos. Mis disculpas.

- No hay problema majestad, no habíamos comenzado aun,- dijo el Señor de la guardia Real Sir Jones- solo estábamos comentando como implementar el plan de la extracción de oro en la montaña roja. Pero...- mirando hacia su derecha- no todos están de acurdo con ello...

El rey sabia a quien se refería, tanto el sacerdote Smoots como Sir Martin eran hombres Religiosos, muy tradicionales y seguidores de las buenas costumbres como ellos mismos lo decían. Fueron antes consejeros de su padre, lo conocen desde que él era un niño y siempre le han querido inculcar enseñanzas antiquísimas que ya habían perdido razón de ser, sobretodo el padre Smoots.

- Así es su majestad, - comenzó hablando Sir Martin ante la clara insinuación del Señor de la guardia- tanto el Padre como yo no creemos que sea buena idea excavar la mina, es...

- No importa, hay necesidades más imperiosas ahora mismo que andar guardando las costumbres. Comenzaremos la excavación de esta montaña extraeremos el oro que haya y lo utilizaremos para alimentar al pueblo en los inviernos venideros.

- Como usted ordene su alteza.

...

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