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Hastiado era por mucho la palabra que le quedaba en ese momento. 

Estaba demasiado harto de todas esas personas a su alrededor.

Había mucha gente brincando y gritando como idiotas al ritmo de la batería y la guitarra, comportándose como unos verdaderos neandertales incluso, ya habían estado a punto de tirarlo al suelo un par de veces y ya lo habían aplastado como pan de sándwich contra un chico que también estaba tratando de sobrevivir al gentío. Estaba enfadado y muy cansado además de que el olor a sudor con el azufre no ayudaba a que su humor mejorara. 

Además de que la estúpida banda a la que debía de ofrecer sus servicios de agencia publicitaria, no tocaban otro tipo de canciones mas que de despecho, cosa que no le agradaba demasiado a un chico que jamás había tenido suerte en este ámbito de la vida. Es más, si le preguntaban diría que dejó esas estupideces hace mucho tiempo.

En ese momento bien pudiera estar en su habitación, recostado en ese cómodo y calientito sillón café que se encontraba al lado de su cama, disfrutando de un buen café caliente con galletas dulces, la luz de esa vieja lámpara encendida que había comprado con su primer sueldo y con su copia recién comprada de El Fantasma de la Opera en sus manos. 

Pero no. 

Maldecía al imbécil de Itia, mil y un veces. 

"—Eres la persona indicada para este trabajo además de que tengo plena confianza en tí, no quiero que me decepciones ya está todo listo para esta noche solamente tienes que recoger los papeles del plan de asistencia y el pase para que te dejen entrar al backstage sin problema, cuento contigo Kresty"

Baboso. 

Si no fuera su jefe y amigo, ya le hubiera envenenado con cianuro el café que solía llevarle su secretaria todas las mañanas. 

Soltó un suspiro exhausto y casi sin darse cuenta ya había llegado a la entrada, dirigió su mirada al mastodonte de seguridad que estaba al lado de la puerta justo en frente de él y levantó el pequeño gafete que colgaba de su cuello, ignorando las miradas recelosas que los fans de la dichosa banda le habían dirigido.  Si las miradas mataran, el ya hubiera muerto por una balacera.

—Buenas noches, Soy Krest de la agen...

—Pasa, muchacho.

Haciendo una mueca de molestia e indignación porque ni siquiera lo habían dejado terminar su oración, caminó a paso veloz a la puerta rodeada de guardias que no hacían otra cosa mas que verlo desde arriba como si fuera un insecto que fácilmente pudieran aplastar (aunque no estaban tan lejos de la realidad). Dicho acto solamente lo hizo enfadarse más de lo que ya estaba.

¿Por qué carajos todos los guardias de seguridad tenían que parecer postes de luz? 

Incluso su sobrino era más alto que él y eso que solo tenía 14 años el maldito escuincle.  

Entró fastidiado por la puerta y fue acompañado por un sin fin de pasillos y escaleras que se encontró fantaseando en que estaba en un laberinto hasta que llegó a un sillón que estaba afuera de una inmensa puerta negra, la triste música aún se podía escuchar retumbando en cada parte del complejo reemplazando el silencio de la atmósfera que lo rodeaba.

—Espera un poco aquí, ya casi termina. 

Irritado por la falta de compromiso, el cubito solamente asintió y en seguida se encontró completamente solo en aquél pasillo. 

Pasó sus manos por su castaño cabello pidiendo a los dioses que no demorara mucho su concierto ya que deseaba terminar cuanto antes con su agonía de tener que esperar desde las malditas 8 de la noche, al fin y al cabo eran un artistas: siempre caen cuando alabas su trabajo, les coqueteas un poco y muestras interés sobre lo que hacen, había hecho esto un millón de veces antes. Lo tendría en el saco de la agencia. 

Stage (Zaphiri x Krest)Where stories live. Discover now