Capítulo Doce

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El joven dejó los platos en el mueble y continuó cortando los pedazos de pastel

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El joven dejó los platos en el mueble y continuó cortando los pedazos de pastel.

— ¡Olivier!

Se sobresaltó al escuchar la voz de su compañero y de inmediato lo hizo callar.

— Tonto, recuerda que en el trabajo no debes gritar.

Su compañero de turno levantó los hombros sin importarle su comentario y luego se dispuso a hablar: — En la mesa dos, hay una señora que te está buscando —apunto a esa dirección para luego buscar los pedidos de los clientes—.

El muchacho observó a aquella mujer —no la conocía—. Suspiro, dejo el cortador y se aproximó.

— Disculpe ¿desea hablar conmigo?

La mujer de inmediato se levantó extendió una de sus manos y saludó al joven.

— Debes ser Olivier Stone, un gusto conocerte. Me he intentado comunicar con usted por bastante tiempo.

El muchacho extrañado sonrió e hizo que la mujer volviera a sentarse, y el igual.

— ¿Sucede algo?

Aquella movió una carpeta que estaba en la mesa, la abrió y le entregó unos papeles.

— Tus padres me pidieron que te informará de tu ingreso a una universidad en el extranjero, ellos pagaron tu inscripción además de la especialidad que decidiste elegir.

«¿¡What!?».

— ¿M-mis padres?

La mujer asintió: — sus padres me insistieron en comunicarle esta noticia... Y bueno encontrarte fue muy difícil ya que toda información tuya era un completo enigma, sin embargo, gracias a los datos de la institución en la que te encuentras en este momento, nunca te habría descubierto. Pero como te decía, todos tus gastos están cubiertos: el lugar donde te vas a hospedar, tu carrera y también el dinero que te van a estar enviando tus padres —explicó con lujo de detalle—.

El chico pensó por unos segundos «¿ir al extranjero?». Eso sería bueno ya que la mayoría de los médicos se especializan en otros países, e igual, ¡sus padres pagaron todo! ¡Eso sí que es sorprendente! ¡no podía negar esta oportunidad! ¡claro que no! Sin embargo, esto significa dejar toda la vida que ha hecho en estos dos semestres, tanto su trabajo —bueno, eso no es tan importante—, la universidad, amigos, y también, la relación con Paín.

— Bien, te lo dejo. Tienes hasta mañana para arreglar tus cosas ya que el avión despega en la noche.

— ¿Avión?

Aquella mujer rodó tus ojos: — Sí, vas a viajar porque tus clases empiezan de inmediato, ya que tus padres no están esperando una respuesta, sino que, te están obligando a ir para ejercer tu vocación. Igual es una buena oportunidad la cual no deberías desaprovechar —la mujer tomó su cartera— Mi número está anotado en la cubierta para que te vaya a buscar, e igual, llamalos, están preocupados de tu bienestar —y sin nada más que decir se retiró—.

Sugar DaddyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora