3. Una rica cena, una extraña cama y una mañana común.

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El sol comenzaba a ocultarse dejando unos pocos rayos de luz que anunciaban que la noche estaba cerca.

Eliot se asustó por un momento, no se había puesto a pensar donde dormiría durante la noche y su estómago comenzaba a hacer unos ruidos muy raros.

Se imaginaba en la cocina de su casa en San Francisco, ayudando a su mamá a cocinar espagueti con salsa de tomate roja y albóndigas de carne, eso hizo que su estómago rugiera aún más. Se puso un poco triste, extrañaba todo de su hogar, su mamá, su papá, sus hermanos, la cena, su cama y sus zapatos cómodos.

-Es hora de irme a casa. - dijo Nikola. - Nos vemos mañana fuera de la panadería. -Y se fue corriendo cuesta abajo de la calle empedrada, desapareciendo detrás de una casa tres calles abajo.

-Nosotros también tenemos que irnos ya. - dijo Elena. - Mamá nos castigara si llegamos tarde a la cena Dimitri.

-Si Elena ya vamos no quiero que mamá se moleste con nosotros, aparte tengo mucha hambre. Donde vives tu Eliot, si quieres te acompañamos a tu casa.

-Yo no tengo casa aquí. -respondió Eliot muy triste. - tampoco donde cenar ni dormir.

- ¡Ven con nosotros! Mi mamá hace una cena muy deliciosa y seguro no tendrá problema en dejarnos que te quedes a dormir con nosotros. -respondió Elena muy entusiasmada.

-Tienes razón hermana, mamá siempre nos dice que debemos ayudar a los demás. Síguenos Eliot, te llevaremos a nuestra casa.

Caminaron dos calles más hacia arriba, ya estaban muy cerca de las puertas del castillo, ahora solo se podían ver las puntas de los techos del castillo.

Giraron hacia la derecha y la calle se hacía aún más angosta, tanto que solo podía caminar uno tras otro.

-Aquí es, aquí vivimos. - dijo Elena

Eliot volteo a ver una casa pequeña pero muy bonita, era de piedra color rojo, ventanas negras de madera y techos inclinados azules, sobre la repisa de las ventanas se encontraban colocadas dos macetas color blancas con flores amarillas; tanto color en aquella casa daba un poco de risa, pero a simple vista parecía un hogar lleno de alegría y amor.

Los niños entraron a la casa y Eliot miraba cada rincón de la casa asombrado.

Las paredes tenían un color naranja y todo el lugar estaba iluminado con velas altas y blancas, no había sala de estar, ni sillones ni televisión, solo había unas bancas largas de madera con cojines parecidos a las almohadas y sin respaldo.

A lado de la sala había una mesa ancha de madera color marrón y cuatro sillas de igual material, sobre la mesa ya estaban puestos los platos y los vasos, en el centro había tres velas blancas y altas.

Mas al fondo en la cocina había una fogata donde la mamá de Dimitri y Elena cocinaba la cena.

Al fondo de la casa se encontraba una gran cama, pero estaba hecha de paja y varias pieles, la cama de Dimitri y Elena estaban sobre ella, podías llegar a esas camas subiendo unas escaleras de madera.

-Mamá, conocimos a un niño en la mañana su nombre es Eliot, lo acompañamos a comprar zapatos y nos dijo que no tiene casa ni dónde comer, a Dimitri y a mí nos pareció una buena idea invitarlo a nuestra casa.- se dirigió Elena a su mama, la cual dejo de menear la sopa y volteo a ver a los niños.

-Siempre hay comida para uno más en esta mesa. Eres bienvenido en esta casa Eliot. - dijo la mamá de Dimitri y Elena a Eliot.

Y con una gran sonrisa todos se sentaron en la mesa a cenar.

Era la sopa de papa más rica que había probado Eliot,

Todos terminaron de cenar, levantaron sus platos y vasos y ayudaron a lavarlos en una gran tina gris llena de agua y jabón.

Era ya tiempo de irse a dormir y Dimitri le presto ropa un poco más cómoda a Eliot para que durmiera.

-Toma Eliot estoy seguro de que te pueden quedar estas ropas, son mías, pero tengo otro par de pantalones y camisa, puedes cambiarte detrás de esa puerta. - le dijo Dimitri a Eliot, entregándole la ropa.

Eran un pantalón blanco de tela delgadita y una camisa que le llegaba hasta las rodillas también color blanca, los zapatos no se los quitó para no tener frio en los pies durante la noche.

Elena durmió junto con su mamá en la cama de abajo y Eliot y Dimitri compartieron la cama subiendo la escalera de madera, y le pareció tan extraño que estuviera hecha de paja y sobre todo que no era nada cómoda como la cama que tenía en su cuarto en San Francisco, pero las pieles eran muy calientitas, perfectas para acobijarse de la fría noche.

•••

Los rayos del amanecer le molestaban e hicieron que abriera sus ojos, Eliot esperaba encontrarse con Dimitri y con las paredes de color naranja de aquella casa, sin embargo, las paredes azules, los posters de videojuegos pegados en la pared, la cómoda y suave cama donde había despertado y el rico olor a hotcakes no era la casa de Dimitri y Elena, sino que era su casa, era su cuarto, había regresado a San Francisco.

Conociendo a MaximusWhere stories live. Discover now