25: Trotolitos atrapados.

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Mi sonrisa era gigante al momento en que atravesé la puerta de la cocina. Cameron sólo se había despedido de mí desde la entrada, con un par de miradas dirigidas a la parte superior de la mansión. Su actitud había cambiado un poco; sin embargo, al momento en que le pregunté, negó todo con una gran sonrisa en sus labios. Por esta vez lo dejaba pasar, pero volvería allí en algún momento.

—Buenas tardes. —Saludé a todos los presentes que me miraron.

—Parece que alguien decidió que era momento de regresar —Emily tenía una postura recta, con la ceja arqueada, mientras analizaba cada uno de mis movimientos. La chica estaba viendo a que se tenía que enfrentar—. ¿Qué es lo que te alejó de la casa toda la mañana y te tiene de tan buen humor?

—Cosas de la vida. —Sonreí y le guiñé un ojo a la inquisidora en la que se había convertido mi amiga. Ian observaba todo desde su lado, intentando ocultar la diversión que Emmy le causaba con todas sus preguntas.

—Sabemos que no tiene que ver con Simón porque el chico estuvo toda la mañana intentando localizarte —Emily seguía insistiendo, intentando encontrar todas y cada una de las respuestas que necesitaba—. Sinceramente creo que se le rompió un poco el corazón cuando le dije que no tenía idea de donde te encontrabas.

—Eres una exagerada... —Puse los ojos en blanco para restarle importancia a sus palabras, pero moría por saber algo de él. Me encantaba enterarme que me había estado buscando— Hablando de Simón... ¿Alguno sabe dónde está?

Ignoré con todas mis fuerzas el calor que comenzaba a trepar por mi cuello, dejé de lado el rubor que seguramente estaba apareciendo, y esperé por una respuesta de alguno de los dos individuos que me observaba como si me tratara de una atracción de circo.

—Creo que Simón está en el sauce —Ian salió en mi rescate, mientras Emily seguía en su estupor por mi reacción anterior—. Al parecer ese árbol está atrayendo a cuanta persona se enreda con sus ramas que llegan al piso.

—Es un buen lugar para escaparse —Sonreí y volteé directo hacia la puerta que daba al fondo—. Ahora, si me disculpan, me retiraré a ver al chico escondido en el árbol.

— ¡Detente ahí, Valery Smith! ¿Por qué me abandonas una vez más? ¿Es que a caso no te bastó con dejarme tirada toda la mañana por mi cuenta? —Emily estaba cruzada de brazos, aparentando indignación con mi accionar, cuando sólo tenía curiosidad por todo lo que había estado haciendo sin ella— ¿Qué clase de amiga eres?

—La clase de amiga que te deja en manos del chico que te gusta —Cuando el rostro de Emily se puso del color de un tomate supe que no molestaría más—. ¿Qué? ¿No debía decirlo? ¡Lo siento! ¡No era mi intención que Ian supiera que te gus...!

— ¡YA VETE! —Las mejillas de Emmy no daban más de color y sabía que me lo sacaría en cara en cuanto estuviéramos solas. Pero ahora me había salido con la mía.

Sentí una gran satisfacción de dejar completamente sonrojada a mi amiga, sólo por el hecho de haberme puesto incomoda momentos antes. Era momento de que lo sintiera en su propia piel. Completamente alegre por los acontecimientos que había tenido el día, lo único que me faltaba era ver a Simón. No me extraño enterarme que estaba debajo del sauce, era un lugar tranquilo para estar y a él le agradaba esa paz. Sin embargo, nunca creí que podría estar solo, quizás acompañado por los chicos.

Cuando corrí las primeras ramas del árbol, pude ver claramente su silueta. El sol nos iluminaba a través de la pequeña ventana que las ramas habían armado, a medida que comenzaba a caer. Era simplemente impresionante verlo con aquella luz. Tenía los ojos cerrados, como disfrutando de la brisa otoñal sobre su rostro y una expresión de tranquilidad que me daban ganas de no molestar.

Lonely Soul.Where stories live. Discover now