Capítulo XI - Doggar Blood

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Capítulo XI 

Doggar Blood

Esta historia tiene su acontecer siglos después del acontecimiento denominado como Interlude of Moon. Todo inició en el retirado pueblo de Dust Valley una pequeña aldea que se localiza entre el final de  los valles oscuros y  las puertas de los abismos de la noche, en la posada de la aldea trabajaba una joven de cabellos castaños oscuros y labios tan finos como la seda, su mirada estaba barnizada por un tenue gris que lograba un delicado contraste con su tez morena, Sienna era su nombre, para ella la vida era sencilla y acogedora, era una inmortal que solo necesitaba su trabajo y algo de silencio para ser feliz; Lo cierto es que poco sabia ella de lo que el destino le deparaba en realidad, como era costumbre en la posada cuando llegaba un invitado de abolengo, los posaderos le atendían con agasajos dignos de su apellido, en ocasiones anteriores habían atendido a inmortales de alta cuna quedando estos tan satisfechos enviando luego más dinero o regalos mostrando su agradecimiento a sus anfitriones de paso, en esta ocasión el noble que estaba de paso era un alto dignatario del consejo de la princesa Argyra, un regordete Inmortal que ya llevaba más de media inmortalidad en asuntos de estado, en especial los que se referían a materias de orden en las regiones y la seguridad de las fronteras con el reino de plata

—Bienvenido su excelencia es un placer tenerlo en nuestra humilde posada —exclamo el posadero haciendo una reverencia

—Espero que los comentarios que han llegado a mis oídos de este sitio sean ciertos y valga la pena quedarme esta noche —soltó con desdén el noble

—Le aseguro que quedara usted complacido con su estancia, por favor entre —dijo la esposa del posadero

La posada era humilde en efecto, estaba engalanada de una manera simple pero elegante para el invitado que entraba mirando todo con frialdad, flores frescas de los lagos cercanos perfumaban con su delicado aroma la estancia, tapices de las tierras de plata bordados en hilos canos cubrían las paredes y el suelo dándole un toque de sobria y austera elegancia, el huésped fue conducido a su habitación también adecuada de la mejor forma para que incluso la misma princesa Argyra se sintiese como en palacio.

—Su excelencia en dos horas servimos la cena algún antojo en particular que desee satisfacer

—Ahora que lo menciona caballero hace tiempo no pruebo perdices azules y me han contado que en esta parte de la región las preparan como nadie, por ahora me gustaría solo eso en la cena

—Con todo el gusto, el cocinero le preparará las más tiernas perdices azules que jamás  haya tenido usted la oportunidad de saborear excelencia, con su permiso —Dicho esto los posaderos bajaron hacia la cocina a encargar que se prepara todo para el invitado incluyendo el capricho especial del mismo, el cocinero mandó a llamar a Sienna para que preparara la mesa y le trajese del corral de aves dos perdices azules, la joven de ojos grises puso pies en polvorosa dejando el comedor perfectamente ordenado para la cena, salió hacia el corral, el clima estaba muy agitado a decir verdad, la ligera brisa de la tarde había crecido en fuerza volviéndose un fuerte viento de la noche, algo muy natural en aquella región debido a las corrientes que venían de los abismos de la noche, Sienna llegó con un poco de dificultad al corral, en el cual una pequeña colección de aves estaba siempre en reserva para invitados especiales, buscó con la mirada las perdices azules, cuatro ejemplares se encontraban tiritando de frio en la esquina lateral derecha del corral agrupadas en círculo, ella tomó dos de ellas desprevenidas, salió del corral cerrándolo con rapidez, pero en ese instante una de las aves le picoteo la mano liberándose de ella corriendo hacia la oscuridad de los abismos de la noche, Sienna aun con la otra perdiz bajo el brazo salió corriendo tras el inquieto animal que iba unos metros delante de ella, cuando ya estaba por darle alcance un fuerte viento le empujó con demasiada fuerza hacia delante haciéndola caer con todo y perdices por el abismo, la joven veía como las aves caían a su lado intentando aletear pero era imposible todos saben que las perdices azules no vuelan, al parecer hoy el noble se quedaría sin cena y Sienna quedaría ahogada para siempre en la oscuridad del abismo que la acogía, la caída continuaba y continuaba y el fondo del abismo parecía no divisarse aún, las aves ya no intentaban volar si no que parecían tranquilas esperando su fin, Sienna iba inmersa en una pregunta que le tenía inquieta « ¿Una caída así podría matarle? » Era inmortal pero nunca había escuchado de alguno de los suyos que cayera por los abismos y volviera para contar la historia, igual en cualquier momento conocería la respuesta a ese interrogante, seguía despierta sintiendo como el vacío le cubría, tenía la sensación de estar suspendida pues ya no podía divisar nada hacia arriba ni tampoco hacia abajo, las perdices ya estaban dormidas a su lado era increíble que aquellos animales durmieran en una situación así, « aunque tampoco debían ser muy brillantes para dejarse capturar y meter en corrales » pensó la joven Sienna, tras luchar contra el sueño sus ojos grises cedieron ante el sopor cerrándose por completo.

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