Capítulo VIII - Interlude Of Moon

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  • Dedicado a Taty Arihyoshi
                                    

Capítulo VIII

Interlude of Moon

Creció como hija única en una familia que siempre tuvo un eslabón perdido, Kirsty Tal nunca conoció a su padre, fue una pequeña que vivía sus tardes apreciando pinturas que su madre traía de sus innumerables viajes por el mundo, con el tiempo empezó a pintar ella también y a medida que su talento crecía ella también lo hacía, nunca se casó y al igual que su madre viajó por innumerables países pero a diferencia de ella no vendiendo arte ajeno si no el suyo propio, a sus cuarenta y cinco años Kirsty Tal era ya un nombre reconocido en todo el globo al igual que sus bien conocidos ojos Azules, no como el azul del cielo o del océano, no, ningún tono de azul podría compararse al que habitaba en las pupilas de Kirsty Tal, aquella mujer redefinía todo concepto sobre el color en su mirada, su vida siempre fue solitaria, siempre pintaba en la noche, de hecho una de las particularidades propias de su obra era que cada pieza era trabajada a la luz de la luna o como ella decía siempre “bañadas en luz de plata”.

Nunca había conocido el Amor, quizás en sus años jóvenes sintió algo parecido, pero fue tan efímero que jamás logro recordar su rostro, a su edad el tiempo había esculpido en ella surcos muy finos, elegante y de belleza cansada, clásica como una escultura que yace en las salas iluminadas de un museo, así era ella, de cabellos canos y finos que caían con perfecta simetría sobre sus hombros, Kirsty tenía una vida prospera, exitosa, una vida que cualquier otro ser humano envidiaría para sí, lo cierto es que su vida estaba por completarse por una realidad que empezaba a pintarse con tintes inciertos para ella, más allá de la tierra hace cientos de siglos en la primera noche de la estación más clara para ser más exacto, la luz embriagó hasta el rincón más alejado del universo, ese día nació la mayor de las hijas de la Luna, la princesa Argyra, su tez era tan oscura como las aguas universales en las que los astros flotan sin mayor orden que el de la armonía que los cobija, estas aguas que lo sostienen todo, incluso a la nada que también es parte del todo, sus pupilas eran de un azul tan intenso como el mar a pleno sol y su cabello de plateado oscuro se teñia, Argyra creció rápidamente en belleza y sabiduría, cuando tuvo la edad suficiente para gobernar  le correspondió todo el reino de las tierras de la noche o los parajes oscuros, aquellas tierras empezaban a las espaldas de los jardines de plata “Argyra la luz oscura” como era llamada por los habitantes inmortales del reino de plata fue nombrada protectora y vigía de aquellas tierras donde existían ríos de plata negra, aquella se usaba para forjar las joyas más bellas de toda la Luna, muchos dicen que este metal tiene propiedades especiales que si se emplea en ciertas situaciones puede ser milagroso. Fue Argyra la luz oscura quien diseño junto con los ancestrales un idioma que sería la lengua imperante entre la alta nobleza de la luna el “Selenit” aquel lenguaje se diseñó con la intención de que solo los realmente allegados a la protección de los lugares ancestrales pudieran esconderlos mediante canticos en este lenguaje, quien conociese la lengua podría revelar la ubicación de dichos lugares donde reposan objetos y almas inmortales que viven en un perpetuo sueño y deben ser protegidas.

Pero la luna también posee otra cara, aquella que está vigilando a la tierra, esa cara que gobierna la segunda hija de la Luna, la segunda princesa nació cientos de años después que su hermana mayor en la noche más oscura que la historia conoció, ni siquiera el sol lograba dispar la oscuridad que nublaba esa noche, la noble reina de la Luna dio a luz a una hermosa pequeña de piel tan clara como el amanecer de la conciencia de los hombres y los mismos ojos azules que poseía su hermana mayor Argyra, de cabellos plateados claros la pequeña Argyria estuvo bajo la tutoría de su hermana mayor por encargo de su madre quien descendió a la tierra a reinar en la isla del silencio, cuando Argyra vio que su hermana era lo suficientemente madura para reinar la otra mitad de la Luna le dejo partir del castillo oscuro para que reinase las tierras de su madre, pero con el paso de las noches y los días una raza se alzó en la tierra, una raza que empezó a debilitar a una gran facción de las primeras almas e inmortales, con el pasar de los siglos eran pocos los inmortales que seguían en la tierra, marchitos y débiles empezaron a caer en un profundo sueño refugiándose en los lugares ancestrales, intentando recuperarse para hacer frente a nuevos tiempos y a las sombras que acechaban a su destrucción, lo único que tenía a las sombras detenidas de aniquilar a la facción inmortal era que no podían localizar a los que lograron regresar a la Luna y refugiarse en los lugares ancestrales; La preocupación era creciente en las tierras de plata ambas princesas sentían que en cualquier momento las sombras descendieran sobre todo lo que para ellas era conocido y harían cenizas cualquier rastro de su linaje.

De la Luna y otras historiasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora