XV. Nunca será una despedida

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El último día que pise tus escalones

será en el que me dé cuenta

que valiste la pena.

Por tantos días y horas,

por tantas noches en vela,

por tantas puteadas.

Pude haberme quejado de vos,

y faltarte algún día porque no tenía ganas,

pero tus puertas nunca se cerraron,

y me acogieron para enseñarme que la ignorancia

era la peor de las penas.

Y ahora puedo decir

que cuando me vaya

y nos crucemos un día

harás que me pregunte

los siguientes años

si mi nombre seguirá en la madera de algún banco

o si los ecos de mis recuerdos

siguen resonando vivos en tus paredes.

Y estarás tan lleno de nombres,

de rostros,

de vida,

y seguirás ahí,

como si nunca nos hubiéramos ido,

siendo siempre nuestro.



Nota: Este poema esta dedicado a mi colegio. Fue una de las mejores (y tormentosas(?)) experiencias de mi vida. De ahí aprendí más de lo que creo que pude haber aprendido en otro lugar. Así que ¿por qué no? Esta es mi manera de decirle gracias.

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