*Narra Can*
No había sabido nada de Pete ese día, ¿Con qué cara iba a llegar a casa de su madre y decirle que había huido su hijo?
—Can, no te vayas.
—Se me hace tarde, tenemos tarea y los exámenes son dentro de 3 semanas.
—Te necesito, vamos hoy a mi casa.
—Mañana es Halloween y...
—Está bien, no te preocupes.
Veo a Tin marcharse al estacionamiento y abre la cajuela de la camioneta para meter su mochila. Tal vez una tarde/noche con él no sería malo, después de todo este tiempo que no hemos estado juntos.
— ¡Tin!
Grito. Sin duda, ahora está sonriente y no lo dudo, yo sé que también me extraña. Saco otra cadena de mi mochila y se la coloco a mi bicicleta, no me arriesgaría a perder otra cosa importante. Me levanto y doy media vuelta pero me encuentro con su cuerpo.
—Iré a hacerme unos tatuajes, ¿Me acompañas?
— ¿Me puedo hacer uno?
—Claro. ¿Me das tu mano?
No sabía qué hacer, no había nadie que nos viera así que se la di. Juntos caminamos tomados de la mano hasta el estacionamiento, los callos de sus manos demostraban lo duro que él podía ser consigo mismo.
Recargo mi cabeza en su hombro y se detiene para darme un muy buen abrazo. Siento su entrepierna caliente y juraría que... necesita de mi tanto como yo lo necesito.
*Narra Pete*
— ¿Me aceptará? Soy mayor de edad.
—Le caes bien, no creo que haya mucha diferencia.
—Pero, ¿Si no está de acuerdo con todo lo que les compré?
—Lo tendrá que aceptar. Ya hay que bajar. Pero antes, prométeme que dejarás tu negocio.
—Es muy difícil, pero por ti haría hasta lo imposible.
Le doy un suave beso en la mejilla y ambos bajamos del carro con bolsas llenas de ropa de marca mientras dejamos en la acera cajas llenas de comestibles y abarrotes.
Veo a mi mamá salir de la casa y se acerca a nosotros:
— ¿Qué es todo esto, Pete?
—Es para ustedes, espero lo disfruten.
Dice Ae, yo no digo nada pues prefiero que él diga todo. Mi hermana llega en ese momento del trabajo y nos ayuda a guardar las cosas. Entramos y nos sentamos a ver las cosas (bueno, ya sabía lo que había) junto con mi hermana y mi mamá.
Los ojos de ellas estaban brillosos pues nunca pensaron tener vestidos y joyas de gran valor. Llevo las cajas a la mesa y le explico a las mujeres lo que había en ellas. Ae se levanta y me asienta con la cabeza, ya estaba listo para decirle a mi madre sobre lo nuestro.
—Mamá, quiero decirte que... Ae y yo somos novios.
Mi hermana se puso roja de la emoción y tomó a mi mamá del brazo por cualquier cosa. Se levanta del sillón y se pone frente a nosotros para darnos un fuerte abrazo. Esa es la madre que todos deberían tener, que nos apoye en todo. Leo los labios de mi hermana preguntándome que pasó con Can y le digo entre lágrimas que me había engañado.
—Espero y les guste lo que les traje, es solo un pequeño detalle.
—Gracias, Ae ¿Te gustaría cenar hoy con nosotros?
