un "golpe" de suerte

145 2 2
                                    

Un “golpe” de suerte

Creo que me he dejado la lista de la compra en casa. Tal vez esté en el bolsillo interior del bolso, pero juraría que estaba en la encimera de la cocina. No entiendo por qué tengo que ir yo a comprar. Somos cinco en el piso y tengo que salir yo nada más y nada menos que “a comprar”. Podría tratar de sacarle partido a la situación. Aunque hay bien poco que sacar. No se puede hacer gran cosa en un supermercado.

Am, vale, la lista estaba en el bolso. Debí meterla antes de salir. Estoy perdiendo memoria. Qué triste, como si tuviera… muchos años. ¿A qué edad se empieza a perder la memoria? Esto es un aburrimiento. Pasillo, pasillo, pasillo, un bebé con su madre en el carrito. El niño en el carrito, no la madre. Ese dependiente peleándose con la caja registradora. Trataré de no pasar por allí si quiero salir hoy de aquí. Oh, vaya, se le ha caído la caja de cereales a esa señora.

Menudo aburrimiento. El supermercado está prácticamente vacío. Podría subirme en esa montaña de botes de tomate triturado y ponerme a cantar a voz en grito y probablemente nadie me llamaría la atención. A lo mejor incluso alguien me da las gracias por hacer ALGO.

Creo que ya lo tengo todo. Me falta solo el pan. No creo que tenga que hacer cola para coger una barra. No me digas que es el fin del mundo y por eso no hay nadie. Genial. El fin del mundo y yo haciendo la compra en vez de estar divirtiéndome. O no sé, cualquier otra cosa. Es mi propio fin del mundo.

Estoy harta. En cuanto vuelva le cambio esta tarea a cualquiera de mis compañeros de piso por cualquier otra tarea. Incluso por limpiar el baño. Creo que prefiero tener algo de emoción. Al menos el asco es una emoción. Pasearse entre las estanterías es un aburrimiento.

Y encima ahora tengo que esperar a que este chico coja su barra de pan. Y esa señora se me va a adelantar. Ni en broma. Llevo dando vueltas una hora y no había nadie, y cuando voy a comprar el pan, resulta que los últimos supervivientes deciden que lo mejor que pueden hacer es comprar una barra de pan. Estoy en una cámara oculta. Con el mal día que llevo, lo que menos necesito es esto.

Acelera, acelera, acelera. No dejes que se te cuele esa señora. Quiero volver lo antes posible. No pienso esperar ni un segundo más. No, no, no, no, no. ¡¡FRENA!! Auch, me he hecho daño en el codo. Asqueroso carro. Me lo he comido entero. ¿Es que esa señora no podía para? Qué mala leche. Pues el sitio me lo quedo yo. Si ya sabía yo que podía ponerle algo de emoción a este muermo de supermercado.

Oh, he dado al chico de delante. Creo que me he pasado un poco poniendo demasiado entusiasmo en comprar el pan. Tal vez… Vale, ya no tengo prisa. Prefiero charlar un rato con este… “chico”. Es el tío más guapo que he visto en mi vida. Creo que si lo hubiese buscado no habría encontrado a alguien mejor.

Qué mono, me ayuda a levantarme. Podría pedirle su número de móvil. No creo que me lo niegue. Seguro que él también buscaba algo que le distrajera. No me importaría fingir un poco con el brazo para que me acompañe al menos hasta el coche. Vaya, se me ha adelantado con lo del número. Como se suele decir, no hay mal que por bien no venga.

A lo mejor mi codo no opina lo mismo, pero creo que a partir de ahora me encargo yo siempre de la compra.

^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.^.

a solasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora