Capítulo III

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La cabeza me palpitaba un poco mientras recorría los pasillos de mi facultad, recordándome así el mal plan de beber un lunes.

Había llegado tarde ganándome una reprimenda de mi profesor sobre la importancia de llegar temprano a clases, acepté con la cabeza gacha su regaño y me senté para sobrevivir a un día más en la universidad.

A la hora del almuerzo recogí mi comida y busqué una mesa en la que sentarme, encontrando a Ángel y Johan sentados... juntos, lo cual era increíble, me acerqué con una sonrisa burlona en mi rostro.

— ¿Y este milagro? ¿Decidieron compartir espacio por fin? —me senté mientras ambos rodaban los ojos.

—Ambos queríamos almorzar contigo al parecer, así que... —Johan se encogió de hombros bebiendo de su jugo.

— ¿Qué tal las clases? —preguntó Ángel a su vez.

—Gracias a cierta persona especial llegué tarde, ganándome un buen regaño —ella me sonrió.

—Bueno, eso te enseñará a que debes llegar a tiempo para hacer la cena y no quedarte a beber un lunes —siguió comiendo con tranquilidad mientras yo hacia un puchero.

Johan robó en ese momento una papita del plato de mi amiga y ésta le dió un golpe en el brazo con fuerza, haciendo a mi amigo refunfuñar.

Esos dos nunca se habían llevado bien y jamás comprendí el porqué, cuando les preguntaba la razón simplemente rodaban los ojos para luego decir uno del otro "es idiota y me cae mal", ahí había gato encerrado seguro.

Mientras degustaba mi no tan apetecible almuerzo una cabellera rojiza llamó mi atención, Asriel estaba en la fila para el almuerzo, una vez le hubieron llenado su bandeja volteó y nuestras miradas se encontraron.

Agité la mano en forma de saludo y él sonrió en respuesta.

— ¿A quién le estás haciendo ojitos? —miré atontado por un momento a Ángel y luego sentí mis mejillas calentarse un poco.

—A un chico, que está empezando a gustarme mucho

— ¿Lo suficiente como para tener algo serio después de tanto tiempo yendo de flor en flor?

—Todo depende...

Terminadas las clases salí acompañado de Johan y otros compañeros.

—Ey...

Miré sorprendido a Asriel quien estaba apoyado contra la reja.

—Hola... —estaba... ¿esperando por mí? Oh, este chico se está ganando algo más que mi trasero.

— ¿Estás libre? ¿Quieres salir conmigo?

Me sentí ruborizar y revisé rápidamente en mi cabeza mi itinerario de hoy, no trabajaba hasta bien entrada la tarde y no tenía tareas pendientes, estábamos en la época relajada, así que grité internamente.

—Estoy libre, si quiero

Me despedí de los chicos rápidamente y lo seguí.

Asriel se detuvo frente a su auto, me abrió la puerta del copiloto invitándome a entrar.

—Gracias —dije mientras ingresaba en este —. ¿A dónde iremos?

— ¿Te gustan los postres?

—Depende, pero en su mayoría me encantan

—Conozco un sitio donde son deliciosos, ¿te apetece?

Asentí con una tímida sonrisa. Entonces miré sus manos al volante y me percaté de una pulsera plateada en una de ellas, específicamente la derecha.

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