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Manejo con un poco más de paz, estar del otro lado de Manhattan, estoy segura que nos buscará en toda la ciudad.

Tenemos que encontrar un lugar donde pasar la noche, deshacernos del auto, para que se les haga más difícil encontrarnos, pero no voy a cambiar mi cabello.

Lo amo tal y como está, necesitó una peluca y otras cosas más.

Los grandes edificios de la ciudad iluminados en la oscura noche, se ve genial.

Al girar mi cabeza hacia la derecha veo una mujer y una niña de unos diez años, caminar por la calle a las diez de la noche.

Las imágenes de los recuerdos que había guardado en lo más profundo de mi mente aparecen-

Muevo mi cabeza de un lado a otro para alejar loa recuerdos de mí, esa que desapareció hace tantos años.

Manejo hasta los límites de la ciudad, hasta hospedarnos en un motel de paso, la cama es algo vieja, al igual que la pequeña televisión que hay en una mesa.

Se ve que este motel ha tenido mejores tiempos pero no puedo darme el lujo de ir a un hotel donde habrá más vigilancias, debemos mantenernos por debajo del radar.

Dejamos las maletas, debajo de la cama y en cuanto a, Roxanna, ha ido directo al baño.

Yo espió desde una esquina de la ventana, por si alguien nos ha estado siguiendo, pero al parecer todo está bien, enciendo la televisión le doy unos golpes y vuelve la señal.

Reviso los canales para ver algo, lo que sea, cualquier cosa pero de pronto las sirenas de la policía se escuchan a fuera del motel, espió por la ventana y veo como varios agentes, salen de las patrullas, también hay una camioneta con una brigada de policías especiales cubiertos de negro.

— ¿Qué pasa? — Roxanna, aun secándose el cabello con la mano y vestida pregunta sin preocupación.

—Pasa que la policía está aquí, te das cuenta que tenemos un dinero que nos pertenece ¿Qué hacemos ahora? No volveré a la cárcel — paso mi mano por mi cabello de colores que está trenzado y espió otra vez por la ventana.

Sí fueran un par de policías nos la podríamos arreglar, pero son muchos.

Mi corazón late con fuerza, las manos empiezan a sudarme, los recuerdos vuelven, salen del baúl donde los había escondido por tantos años.

Siento una presión en el pecho, me cuesta trabajo respirar, trato de mantener la calma pero ¡Es imposible!

Es imposible hacerlo cuando me llevan a la cárcel de nuevo, pase toda una jodida vida en ese agujero de ratas.

La puerta es abierta de un gran golpe, mi cuerpo tiembla como una gelatina, el aire me falta, la visión es aún más borrosa.

***


— ¡Policía de Manhattan! — dejo de acariciar el rostro de, Amber, quien se ha desmayado.

—Necesito una ambulancia, por favor — un hombre uniformando me aleja de ella, me da la vuelta bruscamente y me pone las esposas, otro sujeto carga a mi amiga quien yacía en el suelo, al pie de la ventana.

Bajo las escalera rodeada de policías, veo a lo lejos como alguien cuida de mi amiga y de pronto tengo una idea.

Al entrar al auto patrulla miro al agente.

—Necesitó hablar con el agente que esté a cargo por favor — sigo sentada mirando al hombre encapuchado del que solo veo sus ojos.

—No puedo hacer eso, meta las piernas por favor — su tono me sorprende, es amable.

El hombre del pañueloWhere stories live. Discover now