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Cuando ya tengo puestas mis coderas, rodilleras y patines, salgo de mi casa hacia el parque que está a unas cuantas cuadras.

Me pongo los auriculares y empiezo a escuchar el sountrack de la película, los power rangers. Patino por las calles hasta que llegó al parque. Doy varias vueltas, con la música a todo volumen en mis oídos, me gusta patinar en la noche, me relaja, hace que me olvide de mi triste y dura infancia por un momento.

De todo lo que tuve que hacer para sobrevivir.

Me detengo un momento para cambiar la canción y me decido por las canciones de imagine Dragons.

Continuó patinando con los auriculares puestos, de pronto un hombre hablando con su celular aparece, le grito para que se quite, pero sigue caminando de un lado a otro, moviendo su mano, pienso pasar por un lado pero se me atraviesa y me es imposible parar, pues estaba patinando muy rápido.

Los dos caemos al suelo, pero el peso de este hombre cae encima de mí, ciento un grandes dolores en mi hombro izquierdo, creo que me lo he dislocado.

Escucho como dice maldiciones en lo que se levanta después de haberme aplastado con su cuerpo, permanezco un rato más en el suelo con los ojos cerrados, acostumbrándome al dolor, al abrirlo, las luces de las lámparas del parque me iluminan y con cuidado me levantó.

El sujeto busca su teléfono con prisa y yo tengo un coraje marca diablo.

— ¡Oye, tú! — le grito al sujeto y este me mira enojado.

—Deberías tener más cuidado, estás loca — el muy idiota me habla como si yo tuviera la culpa.

— ¡Que debería tener cuidado! — exclamo con ira — y tú ¡Estas sordo o que! Te he gritado para que te hicieras a un lado, pero no, el hombre trajeado piensa que sólo porque él lo dice yo debo tener la culpa — lo miro furiosa — idiota — mi cabello de colores se mueve con el poco aire de la noche, quiero mover mi brazo pero hago una mueca de dolor y recuerdo que está lastimado.

Me doy la vuelta furiosa y patino de regreso a casa, al pequeño departamento, en una de las zonas más peligrosas de la ciudad.

Roxanna no está en casa, es la única amiga que tengo, y pensar que cuando la conocí, nos odiábamos.

Al entrar en el departamento, enciendo la luz y me acerco hasta la silla de madera que tenemos, me quito con las coderas y rodilleras dejándolas en la mesa vieja de madera.

Me quito los patines y los dejo en el suelo, quedándome solamente con mis calcetines negros.

Saco mi celular que está en el bolsillo trasero de mi pantalón, marco el número de, Roxanna, pero no contesta, debe estar con lo que sea que tenga con, Raúl.

Si no fuera por ella, no sé qué hubiera sido de mí, ella me ha dado un lugar donde vivir, aunque sea en un barrio de mala muerte. Le quiero y me preocupo por ella, hay veces en las que no llega a casa.

Un chico que vive en el apartamento de enfrente entra en mi casa, como siempre, nos hemos hecho buenos amigos.

—Preciosa escuche como azotabas la puerta ¿Estas bien?

El hombre del pañueloWhere stories live. Discover now