CAPÍTULO 3: PROMESAS

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Esta mañana decidí quedarme en casa para hablar con mi madre. Hace mucho que no le cuento de mí ni lo que me pasa me da mucha pena, y sé que a ella también.

Estábamos preparando el desayuno en silencio, cuando logré romperlo.

-Madre.-No suelo decirle de otra forma, no me siento en confianza como para decirle mamá o má. Me apena mucho, pero todo es por mi culpa.

-¿Qué quieres?.- He ahí, una gran mujer, físicamente igual a mí. De caracter fuerte, explosiva, apasionada. Nunca se ha guardado un sentimiento pero siempre se muestra fuerte, al menos ante sus hijas.

-Quería contarte que... Hice amigos.- Le dije emocionada.

-¿Y de dónde? Si los de acá te rechazan.- Dijo en tono de burla.

-Estos son diferentes, son de la Capital.

-Igual te dejarán votada, cuando se den cuenta de lo que eres.

-¡NO!-Ya no aguanté más.- ELLOS SON DIFERENTES, ELLOS ME QUIEREN. ME LO HAN DEMOSTRADO.

-Sarah por favor, para con tus escándalos por favor. Lo que falta es que te cortes ahora.

No quise seguir protestando. No lloré. No dije ni hice nada. Solo callé.

El resto de la mañana me encerré en mi pieza a dormir, a escapar de mi maldita realidad. Discusiones como estas con mi madre no son nada, siempre me recalca que no soy nada y que le arruiné la vida. Maldita sea que duele. Cuando desperté era cerca del medio día, pensé que había dormido más. Mis padres habían salido quien sabe donde a si que yo hice lo mismo. Caminé y caminé, sin rumbo alguno perdida en mis pensamientos. Mi mente estaba en otra parte del universo, solo iba mi cuerpo.

No me di ni cuenta y estaba acercándome a donde estaban mi grupo de amigos de siempre. Elizabeth. Rocío. Valentina. Y el guapo sexy hermoso de Simón ¿Cómo aún, sintiéndome como una verdadera basura, puedo pensar así?

-¡Hey Sarah! Vamos a comer ¿Te apuntas?- Me dijo Elizabeth.

-Oh.. No gracias. Tengo algo que hacer.- Salí hecha un rayo, a mi único lugar favorito en este maldito pueblo, era una especie de campo, con muchos pinos y detrás de ellos, a aproximadamente 20 metros de altura, estaba el mar. Hermoso. Estaba dispuesta a saltar y acabar con todo, lo ocurrido esta mañana fue la gota que rebalsó el vaso, pero antes, saqué una hoja de afeitadora, la tomé con mi mano derecha y subí mi manga izquierda. Rompí mi piel como si nunca lo hubiera echo. Al momento que llevaba treinta cortes me di cuenta que no estaba sangrando. Sentí rabia y empecé a hacer presión para que la sangre sucia salga. Necesitaba renovarme, sacar la basura que llevaba dentro. Vi al frente, al mar, y mi vista se empezó a llenar de puntos negros, volví a romper mi piel unas cincuenta veces más, me puse de pie y miré la altura que estaba dispuesta a saltar pero en ese momento, en ese preciso momento sentí los gritos de Simón y Valentina atrás mío. Diablos ¿cómo me encontraron? Simón corrió hacia mí y me tomó en sus brazos. Me acarició el pelo e intentó tranquilizarme. Pude contarles lo que me pasó pero aun no podía parar de llorar.

-¡Estoy harta! ¡Ya no quiero estorbar más en mi familia!

-Tranquila princesa, todo va a estar bien, todo se va a solucionar.

-Me siento tan sola...- Lloré más fuerte.

-No estás sola, estoy yo. Nunca te dejaré sola. Te lo prometo. No pude decir nada más, solo llorar, al recordar a tantas personas que me habían prometido eso y a la primera oportunidad que se les dio de irse, lo hicieron. Tomé mi hoja de afeitar y volví a romper mi piel, no sentía dolor, solo cosquillas a pesar de lo profundas que eran mis heridas, Simón al darse cuenta me arrebató a mi pequeña amiga suavemente y la arrojó al mar.-No lo hagas, no solucionarás nada. Prométeme que no lo harás de nuevo.- Me tomé mi tiempo para pensar una respuesta, es algo que me costaría mucho dejar y además nunca había hecho una promesa, no sabía si me la iba a poder tomar enserio.

-No sé.

-Por favor.

-Es que..

-Intentalo.

-Intentaré intentarlo.- Sonreí tristemente.

-Gracias.

Al cabo de media hora el silencio fue interrumpido.

-Sarah... Estás muy pálida necesitas comer algo.- Esta vez fue Valentina quién habló.

-Esta bien, vamonos.- Nos pusimos a caminar, Valentina al lado de la calle, yo al medio y Simón a mi lado, poco a poco se fue acercando. Empecé a sentir el roce de su mano con la mía. Y en ese momento me tomó por sorpresa, el había tomado mi mano.

Mi corazón se aceleró inmediatamente, el mundo se detuvo, olvidé todo, me sentía como la primera vez que mis ojos se toparon con los suyos. Increíblemente bien. Nunca había caminado con nadie de la mano, es realmete genial. Sentía el tacto suave pero a la vez firme de su mano gruesa.

Un momento.

¿Esto podría significar algo?

No.

¿Y si él siente lo mismo que yo?

Imposible.

Tiene novia. Solo me quiere como amiga. He visto amigos caminando de la mano.

Eso es lo que somos.

AMIGOS.

Llegamos donde las otras chicas, estas ya habían comido y ni preguntaron que pasó. Se sorprendieron al verme caminando de la mano con Simón e interrogaron a Valentina con la mirada, esta no dijo nada.

Cuando con mis amigos ya habíamos comido fuimos a una plaza pequeña pero con pasto para sentarnos a conversar y a reposar, con Simón nos apartamos del grupito y nos acostamos en el pasto frente a frente. Solo nos mirábamos. Y esto era suficiente para sentirme completa. Me gustaría estar así por siempre con él, ser su novia y amarlo como nunca lo he hecho ni lo haré. Pero él ya tiene su vida hecha y yo no quiero destruirla. Mi vida es y será un desastre, el tiempo va a pasar y yo me voy a enamorar de él y voy a sufrir. Por que eso es lo único que puedo hacer. Él tomo un mechón de mi pelo y lo puso atrás de mi oreja miró mi lóbulo y se sorprendió.

-Tienes una expansión.-Dijo sorprendido

-No me digas.-Le dije entre risas.

-Yo igual tengo.- Levanto si largo pelo y me mostró, en su oreja derecha, tenía una de ocho milímetros y en la izquierda una de diez y también un tragus. Hermoso.

-Me gustaría que la mía fuera más grande.

-Yo tengo la solución.

Nos paramos en seco, él tomo mi mano y salimos corriendo, hasta el lugar donde el se estaba hospedando, no había nadie a si que pasamos a su pieza.

De su maleta saco una bolsita pequeña y de esta un dilatador de ocho milímetros.

-¿Qué... Qué vas a hacer?-Le pregunté nerviosa.

-Es lo que querías....

-Está bien, ten cuidado... AUUUCH MALDITO IDIOTA.

El ríe en forma incontrolada:-Tranquila.

-¿Ya estás listo?

-Ya casi.... ¡Listo! Hermoso... Tomate un antiinflamatorio. Vamos a ponerle un tubo para que te quede bonito.-Él estaba más emocionado que yo con esto.

-¿Por qué estás tan emocionado?

Su mirada cambió y un brillo especial apareció en sus ojos:-Porque quiero que tengas un recuerdo de mí.

-¿Por qué?

-Porque te he tomado mucho cariño en poco tiempo.

-¿Qué clase de cariño?- Eso salió de mí en forma involuntaria.

-Ya sabes... Cariño.

-No me digas.- Reí.-Dime.

-Te quiero, Sarah.

¿Es amor o no?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora