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—Lo sabía —dijo— me decia a mí mismo que estaba loco, porque si hubiera sido asi me lo habrías dicho. Se suponía que tenías que ser honesta conmigo —levantó la mirada al techo— No puedo creer que no me fiara de mi intuición. Desde la primera vez que los ví, lo supe. La forma en que le mirabas, la nota en la pared, todas esas veces qué pensé que te tenía... Y de pronto te volvía a perder... Eras tú —dijo girandose hacia Aspen.

—Alteza, es culpa mía —mintió Aspen— fui yo quien la persiguió. Ella dejó perfectamente claro que no tenia ninguna intención de tener una relación con nadie que no fuera usted, pero yo insistí de todos modos.

Sin responder a las excusas de Aspen, se le acercó y le miró directamente a los ojos.

—¿Cómo te llamas? ¿tu nombre de pila?

Aspen tragó saliva.

—Aspen.

—Aspen Leger —dijo, escuchando el sonido de aquellas palabras— Desaparece de mi vista antes de que te mande a Nueva Asia a que te maten.

—Alteza, yo... —respondió Aspen.

—¡¡¡Fuera!!!

Aspen me miró un momento, dio media vuelta y se alejó.

Yo me quedé allí de pie, callada e inmóvil, sin atreverme siquiera a mirar a Maxon a los ojos. Cuando por fin lo hice, él me hizo un gesto con la cabeza en dirección a la habitación. Entró detrás de mí. Me giré y le vi junto a la puerta, pasándose la mano por el cabello una vez. Se giró hacia mí y vi que fijó la mirada sobre la cama deshecha. Se rio irónicamente.

—¿Cuánto tiempo? —preguntó sin levantar la voz, controlando su rabia.

—¿Recuerdas aquella discusión…?

—¡Llevamos discutiendo desde el día en que nos conocimos, America! ¡Tendrás que ser más específica! —gritó, y yo me estremecí.

—Después de la fiesta de Kriss.

Los ojos se le abrieron como platos.

—O sea, que prácticamente desde que llegó —dijo, con un tono sarcástico en la voz.

—Maxon, lo siento muchísimo. Al principio le estaba protegiendo a él, luego me estaba protegiendo a mí. Y después de que azotaran a Marlee, me daba miedo contarte la verdad. No podía perderte…

—¿Perderme? ¿Perderme? —preguntó atónito—. ¡Te vas a ir a casa con una pequeña fortuna, una nueva casta y un hombre que aún te quiere! ¡El que pierde hoy aquí soy yo, America!

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