CAPÍTULO 4º EL OTRO ANDREW CLITHEROE

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CAPÍTULO 4º

EL OTRO ANDREW CLITHEROE

Una vez Clitheroe ha salido de la cabina, ni él ni el fiel Cletus dicen nada, se limitan a mirar el otro habitáculo acristalado con expresión expectante y nerviosa.

―¿Professsor? –Finalmente, es el jorobado el primero en hablar, dando un paso hacia su amo―. Y-yo creo q-que no d-deberíamosss...

―Quita de en medio, Cletus –ordena el científico, empujando a un lado a su ayudante―. ¡T-tengo que verlo...!

Finalmente, y con manos temblorosas, el inventor abre la puerta del diminuto habitáculo acristalado.

Al instante, su gemelo, completamente desnudo, cae sobre él aullando como un animal herido y salvaje, teniendo que intervenir el jorobado Cletus para sacárselo de encima.

―¿Ssse encuentra bien, Professsor? –Se interesa el enano inclinándose sobre su amo caído, con el semblante contraído por la preocupación.

Andrew Clitheroe se lleva la mano a la dolorida garganta, y asiente con y enérgico cabeceo.

―¿Q-qué hemos hecho, Cletus? –Inquiere el científico mientras contempla como su doble los mira con los ojos inyectados en sangre y balbuceando sonidos guturales e inconexos―. ¡Por el amor de Dios! ¿Qué hemos hecho?

―¿C-cree usssted que esss peligrossso? –Cletus, superada la impresión y el susto inicial, se acerca a la desnuda criatura para observarlo más de cerca.

―¿Eh...? –Sin embargo, Clitheroe parece sumido en sus pensamientos, cavilando acerca del destino que debe correr su doble―. N-no lo sé, Cletus –responde por fin con voz temblorosa y vacilante, que no pasa desapercibida para su ayudante.

―No esssstará pensssando en matarlo... ―Replica el jorobado clavando una intensa mirada en su amo―. ¿Verdad?

―Lo cierto es que no sé qué hacer con él...

Mientras, y aparentemente ajena a la conversación, la recién nacida criatura emite lúgubres aullidos que llenan el pequeño y oscuro almacén.

Finalmente y conmovido al parecer por la desnudez del clon, Andrew Clitheroe ordena a su ayudante cubrirlo con algo de ropa.

―Es tarde ya, Cletus –dice el científico mientras el jorobado tapa al ser con una de sus viejas batas―; lo mejor que podemos hacer por ahora es ocultarlo.

―Sssí, sssseñor –dice el servil enano mientras sus ojos de sapo contemplan al ahora vestido doble de Clitheroe

Va a añadir algo más, pero Clitheroe lo ataja con un brusco y repentino movimiento de su diestra, y con estas palabras.

―Por nada del mundo debe salir esta criatura de este lugar. ¿Me entiendes, Cletus?

―Por sssupuesssto, Professsor Clitheroe –Cletus asiente con enérgicos cabeceos a la orden de su señor.

―Muy bien, Cletus –una nerviosa sonrisa se dibuja en el semblante del inventor antes de dirigirse a la puerta del almacén―. Mañana a primera hora estaré de nuevo aquí. Ahora necesito descansar.

El enano jorobado se limita a asentir con gesto servil a las palabras de su patrón.

Luego queda en el umbral de la puerta del almacén, mirando como Clitheroe se pierde en dirección a su pensión, en busca de algunas horas de merecido sueño y descanso.

Una vez queda de nuevo a solas, el solícito sirviente jorobado cierra la puerta y, con paso vacilante, camina hacia el rincón donde permanece la criatura, mirándolo con sus ojos inyectados en sangre...

EL DOBLEWhere stories live. Discover now