CAPÍTULO 2º EL PROFESOR CLITHEROE

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CAPÍTULO 2º

EL PROFESOR CLITHEROE

Andrew Clitheroe está feliz con el éxito de su último invento. Pero... ¿Quién es Andrew Clitheroe?

Nacido hace casi cincuenta años en un pequeño pueblo al Norte de Glasgow, su vida no ha sido lo que se dice fácil.

Huérfano a la temprana edad de diez años, tuvo que hacerse cargo de una hermana más pequeña que él a la que logró sacar adelante con mucho esfuerzo y superación personal. Por desgracia, a la edad de veinticinco años, su hermana sufrió una grave enfermedad pulmonar y falleció, dejando dos hijos pequeños y un marido desconsolado.

Tampoco en el amor tuvo suerte el protagonista de nuestra historia.

Muy joven, se enamoró de la hija de un importante hombre de negocios de su pueblo natal, pero el comerciante, sabiendo de la mala situación económica de Andrew y para alejar a su hija de él, la mandó lejos, a Estados Unidos donde, según tuvo después noticias, se casó con un acaudalado abogado de New York y se olvidó de él y de su amor, si es que alguna vez lo quiso.

Tras este primer desengaño amoroso, Andrew Clitheroe se entregó en cuerpo y alma al estudio y a las ciencias, tanto las oficiales y aceptadas, como las ocultas, convirtiéndose en pocos años en un hombre oscuro y meditabundo, del cual huían todos al verlo pasar mientras murmuraban a sus espaldas frases como...: "¡Mirad, por ahí va Clitheroe! ¡Seguro que viene de profanar alguna tumba del cementerio para sus experimentos!" Decían frases como ésta mientras se santiguaban y se apartaban de su camino.

Si a esto le sumamos el aspecto de Clitheroe...: Alto, cerca del metro noventa, sumamente delgado y desgarbado, de nariz un tanto ganchuda y ojos hundidos, digamos que el pobre no las tenía todas consigo a la hora de intentar conquistar a ninguna mujer.

Pero ¡ay, amigos, el amor es traicionero! Y poco después de llegar a Londres, el bueno de Andrew Clitheroe tuvo la desdicha de cruzarse con Camille Blethyn la preciosa y virginal única hija del Juez Blethyn, un hijo de perra, viejo y arrogante, que en cuanto se enteró de los nobles sentimientos de nuestro protagonista hacia su querida hija, le mandó un contundente mensaje en forma de paliza que lo llevó al hospital por espacio de dos semanas.

Pero bueno, todo pasa, lo bueno y lo malo, como bien dice el dicho, y aquí lo tenemos, delante de su magnífico y novísimo invento, el Duplicador, sintiéndose como un pequeño dios ante su más perfecta creación.

Tan ensimismado se halla que no parece haberse dado cuenta de que el duplicado del cachorrillo acaba de expirar entre sus brazos.

Tan sólo cuando el servicial Cletus se acerca a él y lo zarandea suavemente tocándole el brazo parece salir de su abstracción.

―L-lo sssiento, Professsor –dice el jorobado tomando el cadáver del perrillo con ternura casi paternal y guardándolo en una pequeña caja de madera.

―¿POR QUÉ, MALDITA SEA, POR QUÉ? –Grita el desconsolado científico aporreando el cristal de la segunda cabina―. ¿Qué diablos falla, qué? –Se pregunta en voz alta mientras comienza a pasear por el interior del pequeño almacén abandonado dando grandes zancadas, mientras su pequeño ayudante lo sigue con sus abultados ojos saltones.

Son las nueve de la noche cuando Andrew Clitheroe abandona el almacén, dejando a su ayudante encargándose de cubrir de nuevo la máquina con la lona.

El cuerpo sin vida del cachorrillo descansa en la pequeña caja de madera donde Cletus trajese al perrillo original.

―Buenas noches, Cletus –se despide el inventor antes de salir por la puerta mientras el enano jorobado se afana por barrer el suelo del habitáculo.

Poco después, y una vez Cletus ya ha hecho todo lo que tenía que hacer y se dispone a marchar también a su pequeña y humilde casita, cuando algo llama poderosamente su atención.

―¿¡Qué diablos...!? –Exclama mientras aguza el oído para escuchar mejor lo que sin duda son dos gañidos de perro procedentes del interior del pequeño almacén.

La sorpresa del fiel ayudante no tiene límites cuando ve aparecer a los dos cachorrillos de setter irlandés trotando hacia sus piernas, haciéndole dar un grito mezcla de horror y sorpresa y salir corriendo a la calle.

EL DOBLEWhere stories live. Discover now