18

13.6K 913 24
                                    

Se sentía poderoso, interesante, veía la sonrisa en Joy y sentía como se materializaba un trono de oro debajo de él. No podía asegurarlo, pero le daba la sensación de que era la primera vez que le caía bien a la chica. Se veía sorprendida y no hablaba más allá de monosílabos. A Sebastian no le gustaba demasiado monologar o tener conversaciones profundas, pero debatir con ella era sencillo, aunque sabía que se guardaba la mitad de lo que pensaba. Por lo menos con él en ese momento. Mientras que por un lado le gustaba saber que podía callarla por el simple hecho de resultar interesante, tenía ganas de cerrar la boca y escucharle la voz; aunque por algún motivo creía que si callaba, se sumirían de nuevo en un silencio insoportable.

Ya había agotado todos sus argumentos de por qué la mujer era culpable de que el hombre fuera un tiro al aire. Mientras que por momentos ella parecía asentir en concordancia, a veces fruncía el ceño sin dejar de sonreír, como si sus argumentos fueran completamente irracionales. Era posible que estuviera chapoteando ideas sacadas de la galera, sólo para rellenar los silencios que podían generarse si no lo hacía.

—Hablas con mucha convicción —le dijo Joy cuando ya él no pudo seguir inventando.

—Parece que te sorprendiera —carcajeó él.

Mientras que por un lado se sentía un poco ofendido por la sorpresa de ella, por otro estaba satisfecho por haber superado sus expectativas.

—Me sorprende. No voy a mentir, no pensé que tu vida fuera más allá de las mujeres y la ropa de marca. —Aunque ella riera y Sebastian sonriera en respuesta, aquel comentario le había dolido. Aparentemente, la primera impresión que daba no era la mejor.

—Lamento haberte parecido tan básico —soltó.

Lo había dicho en broma, para hacerse el gracioso y para ocultar lo ofendido que se sentía en realidad; pero a Joy no pareció causarle gracia, porque de inmediato se sonrojó y bajó la cabeza. Se sintió culpable y un idiota por no saber cómo manejarse con ella. Estaba acostumbrado a que las chicas se rieran de todo lo que él dijera, fuera gracioso o no. También eran esas chicas con las que no podía hablar de un tema profundo por más de un minuto, porque se aburrían. Su trabajo a la hora de charlar con una mujer constaba de sonreír a menudo, hablar en voz baja y de cerca, aprovechar todo tipo de contacto físico y hablar sobre cosas como la canción de moda o la última película cómica de la cartelera.

Con la muchacha a su lado, las cosas se le complicaban. No estaba en su terreno y el miedo a la humillación comenzaba a empujarlo para salir corriendo de allí a velocidad inhumana. Pero, ¿qué sentido tenía? No iba a encontrar un manual sobre como pasar tiempo con ella. Sólo le quedaba ensayar y errar, si fuera necesario.

—Fue culpa mía —carraspeó ella, arrastrándolo lejos de su laguna mental.

—¿Qué cosa?

—Que me parecieras básico. Juzgué por la apariencia y yo… —se relamió y mordisqueó los labios, nerviosa, con sus mejillas ardiendo—. Es que eres el muchacho que consigue a la mujer que quiere, es como un prototipo de hombre, y esos hombres bueno, suelen ser, ya sabes… —balbuceó.

Sebastian sonrió y asintió para que la pobre Joy pudiera respirar. Trataba de decirle que era atractivo y seductor sin usar esas palabras justamente. Y que los hombres atractivos y seductores usualmente eran también idiotas e incultos. No podía enojarse porque ella lo hubiera leído de esa forma, él se rodeaba de los hombres que no leían más que el suplemento deportivo y de las mujeres cuya lectura se basaba en el celular y los catálogos de compras.

—No te preocupes, no es nada nuevo. No me ofende, lo decía en chiste. —Joy parecía tener una lucha con su otra personalidad, pues sus ojos bailaban desde la sonrisa que él le brindaba, las baldosas de la acera y sus manos, que retorcían un hilo que se salía de su remera—. Frunces demasiado el ceño —sin poder despegarse de sus arraigadas costumbres de conquistador, alargó la mano y le acarició el entrecejo, logrando sobresaltarla y suavizarle la expresión—, te arrugaras antes de tiempo —sonrió.

Pariente LegalWhere stories live. Discover now