PREPÍLOGO: PERDICIÓN

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Bajo la curvatura de una luz tenue se esconde el miedo. Una metáfora que adquiere más vida a medida que muere la botella.
Con recelo le vuelven a servir, pero el hielo parece no fundirse todavía.

Las estrellas habrían empezado a asomarse, las gentes ocuparían de nuevo sus prietos trajes y, tan solo bajo la curvatura de la tenue luz, habrían aquellas sombras que darían forma a unas ilusiones a cada trago más borrosas.

El mundo seguía girando a pesar del débil parpadeo de la existencia de unos pocos, cobijados en su vívida miseria y a nadie parecía importarle lo suficiente el sollozo silencioso de una mirada vacía. Era hora de cerrar y también se habían terminado las excusas.

Ahora había que caminar, la calle se mueve, la luna pesa. La vida se tambaleaba.

No soporta el tabaco pero pide amablemente un cigarro (y lo obtiene) acompañado de una sonrisa cargada de desprecio.

Es insostenible esa marea en su cabeza.
Se apoya en sus sueños, esos que también se tambalean. Cierra los ojos, se aleja de todo, busca esa quietud que en ocasiones le susurra la verdad, la única verdad (o la única que necesita creer).

<< Qué estás haciendo, no eres tú >>.

Irrefutable, irrevocable. Y un silencio que busca encontrar de nuevo el camino de la misericordia. Y en ese espacio en blanco, donde no hay nada salvo paz y equilibrio, eso que tanto necesita en ese jodido momento, dónde no había nada, ahora ve un rostro, y una voz.

Su espalda cede y comienza a deslizarse por la pared tras de sí hasta besar el suelo.
Alza la mirada a las primeras nubes y abraza su perdición.  

DESVIVIENDOWhere stories live. Discover now