CAPÍTULO 1º EL DUPLICADOR

11 0 0
                                    

CAPÍTULO 1º

EL DUPLICADOR

Año 1900. Londres. Vemos una figura alta y espigada caminar deprisa bajo la lluvia en dirección a un pequeño almacén situado en la zona del Soho. Nos basta con mirar su expresión para comprender que está fuertemente concentrado en algo, algo importante podríamos añadir sin temor a equivocarnos.

La figura alta y espigada llega hasta el diminuto almacén y saca una llave con la que abre una pequeña puerta de madera y metal. Se tiene que agachar para pasar por ella.

―Buenas tardes, Cletus –saluda al hombrecillo jorobado que le sirve de ayudante al tiempo que se quita el abrigo, dejando ver una bata blanca de científico bajo el mismo.

―Buenasss tardesss, Doctor Clitheroe –responde el hombrecillo corriendo a recoger el abrigo del recién llegado―. ¿Ha tenido un buen día?

―Si, Cletus –el científico dedica a su ayudante una mirada cargada de impaciencia, y luego encamina sus pasos hacia un enorme objeto cubierto con una gruesa y grandiosa lona de color negro―. Pero ahora no me apetece demasiado hablar, tenemos muchas cosas que hacer esta noche.

De un fuerte tirón retira la tela dejando al descubierto una extraña máquina compuesta de dos cabinas de metal acristaladas y lo que parece ser una consola de mandos, en la que destacan dos grandes palancas de color negro.

Luego, se dirige nuevamente al enano jorobado.

―¿Tienes listo todo lo que te pedí?

―Por sssupuesssto, Doctor –el hombrecillo asiente enérgicamente al tiempo que se dirige dando graciosos saltitos hacia un oscuro rincón del almacén.

Poco después, vuelve junto a Clitheroe portando en sus brazos un precioso cachorro de setter irlandés, que tiende al científico con una amplia sonrisa en su feo semblante.

―¿De dónde lo has sacado? –Inquiere Clitheroe tomando el perrito y haciéndole carantoñas y caricias.

―Iban a sssacrificarlo en la perrera, y me han dejado llevármelo.

―¡Perfecto! –Exclama el hombre de la bata blanca mientras sigue haciendo mimos al cachorro―. Este amiguito nos irá de perlas para comprobar, de una vez por todas, el funcionamiento del Duplicador.

Dicho esto y aún con el perrito en brazos, se acerca a la cabina de su derecha mientras ordena a su ayudante que la ponga en marcha, cosa que el jorobado hace con prontitud y presteza.

Pronto, la extraña y grandiosa máquina comienza a zumbar alimentada por la electricidad mientras Clitheroe mete al animal en la cabina y cierra luego la puerta de la misma, dejando al asustado cachorrillo dentro, gimiendo y rascando el cristal.

―¿LO ESTÁS VIENDO, CLETUS, LO ESTÁS VIENDO? –Clitheroe grita para hacerse oír sobre el ensordecedor zumbido de la máquina.

―¡SSSÍ, PROFESSSOR, LO ESSSTOY VIENDO! –También Cletus grita con todas sus fuerzas.

De repente, el zumbido cesa de golpe y la máquina se detiene...

―¿Ya essstá? –El jorobado corre junto al científico, que mira la máquina con claro aire de preocupación.

―N-no lo sé, Cletus... ―Clitheroe se acerca a la segunda cabina, y mira dentro. Al instante, su rostro se ilumina con una amplia sonrisa de satisfacción mientras abre la puerta del pequeño habitáculo.

―¿H-ha habido sssuerte, Professsor? –También Cletus se acerca a mirar, quedando maravillado ante lo que ven sus ojos.

En la segunda cabina, y meneando alegremente la cola, hay otro cachorrillo exactamente idéntico al primero, un cachorrillo que se lanza a los brazos de Clitheroe cuando éste los extiende para cogerlo.

―¡El Duplicador funciona, Cletus! ¡FUNCIONAAA! –Exclama el científico, iniciando una extravagante danza con el segundo perrillo en brazos.

EL DOBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora