Capítulo XIII: LA FIESTA DE LA UNIÓN

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Ian se separó de su primo Mika no más llegaron a la fuente. Él jovencito caminó hacia la tarima en donde un grupo de chicos de la Uisce entonaban una suave canción con instrumentos de cuerda. La canción hablaba sobre valientes hombres que renunciaban al amor en nombre de sus reglas. Ian sacudió la cabeza mientras caminaba hacia el puesto de dulces de la señora Sue. Contempló la mercancía allí dispuesta y preguntó a la mujer si tendría algo de bayas azules.

—Tengo estos chocolates y estos otros. Los primeros están rellenos con mermelada de bayas. Los segundos son la fruta bañada en chocolate.

—Los segundos serán —dijo él mientras dejaba dos monedas en la mano de la señora y tomaba de la otra su bolsita.

Se metió algunos en la boca y miró en derredor. Sintiendo algo de orgullo al ver lo bella que había quedado la fuente. Su hermana había hecho un gran trabajo. Las personas comenzaban a llegar y el scáthán lo decoraba todo, confiriendo su suave brillar a cada centímetro del lugar. Ian mascó sus dulces, sintiendo el frescor de la baya cuando la vio.

Glen Stevarius se veía diferente a como solía lucir. Llevaba un vestido, pero incluso así tenía su toque gracias a las botas y la chaqueta, pero más extraño que el vestido, ella llevaba algo que Ian nunca le había visto hasta entonces: una sonrisa. La chica iba con la hija del lavandero y los padres de esta, además de una mujer morena que tenía un aire familiar a ella.

Era extraño, pensó Ian mientras la observaba. Era extraño mirarla sin que ella se diera cuenta, y aunque ya lo había hecho antes, era esa la primera vez que la veía en un ambiente que no la hacía fruncir el ceño o querer parecer agresiva. Y con un extraño sentimiento de inquietud, Ian Macorne pensó que Glen Stevarius no estaba tan mal. Que aquella noche, incluso, se veía... bonita.

Frunció el ceño y mascó otro de sus dulces. Si, algunas de sus concepciones habían cambiado por esos días, pero eso no quería decir que podía permitirse tener aquellos pensamientos respecto a una chica que era tan opuesta a él en muchas maneras, aunque, ¿eran realmente opuestos?

Vio a la hija del lavandero tomar a Glen por el brazo y alejarla lejos de los adultos que no hicieron nada por detenerlas. Las chicas caminaron hacia un puesto de comida y allí Kaya pidió unos panecillos salados originarios de Sueño. Ambas chicas comieron y luego caminaron tres pasos hacia el puesto de bebidas. Ian las vio con curiosidad, pues estaban ordenando algo para tomar y con sorpresa vio que Glen pagaba un vaso de Dearg.

Sonrió, mientras sin saber por qué caminaba hacia ella. ¿Por qué lo hacía? ¿Qué tenía qué buscar yendo a molestarla? Pero simplemente no pudo evitarlo, porque sabía lo que pasaría. Glen dio un trago a su bebida y un segundo después prorrumpía en toces fuertes, mientras parte del líquido del vaso se volcaba. Kaya le palmeó la espalda, preguntándole si estaba bien y Glen asentía, aunque no parecía estar nada bien pues su violenta tos seguía, pero intentó controlarla cuando se percató de la presencia de Ian, él lo supo.

—Apuesto lo que quieras a que ni siquiera sabias lo que estabas tomando. —Incluso mientras lo decía, Ian seguía preguntándose porqué hacia aquello. Era como si estuviera castigándose por su pensamiento inicial. Glen no debería parecerle bonita, debería parecer insoportable. Aunque, después de lo que había descubierto, ¿era razonable que siguiera intentando detestarla? Intentó apartar esos pensamientos ahondando en su intento de avergonzarla—. Verás, animalito. Eso que bebes es Dearg. Es una bebida muy popular entre los hombres del planeta Fuego. Los calienta durante la noche y los desinhibe durante las fiestas. No es recomendable para niñas flacuchas.

Arrojó un par de bayas azules en su boca, las masticó y la miró de arriba abajo, sus ojos se detuvieron en el pecho de la chica, allí donde la moneda que le había dado descansaba. Sus ojos abandonaron casi de inmediato ese lugar y se engancharon a los de ella, había algo que no podía negar: Glen tenía fortaleza. Porque ella convirtió su insulto en algo, por extraño que pareciera, lindo de usar. Y se sintió molesto, molesto por sentirse maravillado de una niña impetuosa, así que miró a Kaya, notando que esta se tensaba de inmediato y se encontró pensando en Urien. Ahora entendía lo que él le había querido decir la otra noche. «¿Nunca te has preguntado por qué toda la compañía que has tenido a los largo de tu vida somos Shannen y yo, hermanito? (...) No te has preocupado por tener un solo amigo que no sea tu familia. Asustas a la mayoría de las chicas y tu idea de diversión es una reunión con políticos de cincuenta años.»

Voluntad de Tierra [Razas #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora