Capítulo 5

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—Dos batidos de vainilla y una coca cola para la mesa dos.

Mike asintió con la cabeza, escribiendo mi pedido en el ordenador y dirigiéndose a prepararlo. Como mi padre me había dicho, habló con él para que trabajase en su bar. Se tomó unos días para pensárselo, pero al final me contrató en período de pruebas. El trabajo no estaba nada mal. Podía socializar con la gente, pero tampoco había demasiada como para cansarme. Y el sueldo era bastante elevado. Si trabajaba todo el verano, podría incluso comprarme un coche.

El lugar, el cual mi jefe decidió llamarlo “Paradise” estaba ambientando en una pastelería francesa, mezclada con ambientes retro y tecno. Una combinación extraña, pero quedaba bien. Teníamos mesas fuera y dentro del recinto, y una trastienda donde guardar las cajas, además de una pequeña cocina en la que Mike preparaba sus sorprendentes tartas. Y lo mejor de todo era que no hacía falta usar uniforme, bastaba con llevar puesto el delantal blanco y azul, lo que me dejaba ponerme los pantalones cortos que llevaba todo el invierno esperando para usar.

—Tu pedido para la mesa dos —Avisó Mike, pasándome una bandeja con las bebidas—. Ten cuidado no se caiga nada.

Asentí, y llevé las cosas a la mesa, donde una joven pareja con un niño esperaba. Para ser mi primer día no lo estaba haciendo mal. Y me gustaba estar allí, al menos era mejor que en mi casa. Al día siguiente nos mudaríamos a la casa de Jaden y Kyna, y todo en el que hasta entonces había sido mi hogar estaba metido en cajas, incluidas las cosas de mi madre que, por el momento, había logrado salvar de ser tiradas.

—Tengo que irme un momento fuera —me informó Mike cuando entré dentro de nuevo, guardando su teléfono móvil en el bolsillo—. El camión con los refrescos se perdió caminó de aquí.

—¿Me vas a dejar sola en el bar? —Pregunté, de pronto entrando en pánico, y siguiendo a Mike a la trastienda.

—Por supuesto que no —rió él, quitándose el delantal y agarrando la chaqueta—. He llamado al otro camarero, estará por llegar.

—¿Otro camarero? —Pregunté perpleja.

Sabía que durante el invierno Mike tenía contratados a tres chicos universitarios para trabajar allí, pero no sabía que había contratado a alguien más para el verano a parte de a mí. Quizás era uno de los universitarios que se había quedado, quien sabe.

—Sí, otro chico, le contraté la semana pasada, pero hoy no ha podido venir antes —dijo él, saliendo de la trastienda conmigo pisándole los talones—. Le permití la falta solo porque sabía que estarías tú, pero ya debe estar por llegar.

Reí sin ganas por el comentario de permitirle la falta solo porque yo estuviese allí. Mike era un buenazo, seguramente dejaría faltar a sus empleados todo el tiempo que quisieran, aunque fuese para irse de fiesta. Aun no entendía como con tal espíritu de emprendedor su negocio no había quebrado…

—Oh, mira, allí está —dijo de pronto, señalando con la mirada hacia la puerta—. Espero que entre los dos puedan llevar bien el local estas horas sin mí.

Dirigí mis ojos hacia donde los de Mike apuntaban, y me quedé de cuadros al ver al chico que entraba por la puerta. Y el chico también. Se quedó quieto cuando me reconoció, con su mano agarrando el patinete que siempre llevaba con él, y con el móvil en la otra. Simplemente, increíble. Y es que, de todos los compañeros de trabajo que podía haber tenido, ¿por qué me tenía que tocar mi ex novio?

—¡Evan! —Le llamó Mike, distrayéndolo de mí y haciéndole volver a la realidad—. Ven, chico, quiero presentarte a tu nueva compañera de trabajo, empieza esta semana.

Evan dejó su patinete en el suelo, guardó el teléfono móvil en el bolsillo y camino hacia nosotros. Se quitó el gorro azul que cubría su pelo rubio oscuro, y se giró de nuevo hacia mí. Sentía sus ojos marrones atravesándome.

No te enamores de tu hermanastro  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora