II

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Las semanas pasaron y aún principio Carla esquivaba a Eduardo lo más que podía, en efecto era guapísimo y se parecía al retrato, pero ella era muy tímida para hablarle.

Una tarde, Carla estaba saliendo sola, no había nadie en la Universidad y allí estaba parado Eduardo...

-— Te acompaño.

-—No quiero molestar.

-— Tranquila ¿ donde vives?—- con una sonrisa

-—En la zona Nor oeste de la ciudad.

-—Yo también, que casualidad

Carla sonrió -—y ahora de que habló-— pensó

-—Qué estudias?

-— Leyes y tú?

—- Historia

-— ¡Qué interesante! Primera chica que conozco que le gusta la Historia..

-—Este sí...Vas a pensar que estoy loca, pero tengo algún tipo de fijación con el siglo XIX, siempre pensé que nací en la época equivocada.... Y tú?

—-¿Por qué estudié Leyes?

—-Sí, porqué.

-—Me gusta esto de la justicia, las normas, el comportamiento del hombre, un sin fin de cosas

—-¡Genial!-—y se hizo un silencio​ abrumador

-—Ya casi llegamos—- y se detuvo de repente -—aquí es mi casa-— dijo Carla

-—Ya veo. Mañana nos vemos—- y se fue.

Carla observó a Eduardo mientras se iba y luego se fue directo a su dormitorio, tomó el libro con el retrato y lo apoyó sobre su pecho tendiendose sobre la cama.

-—Me intrigas caballero—- tocando la cara de la fotografía. —-Mañana iré a la biblioteca a buscar más de ti—- dejó a un lado el libro y se durmió.

-— ¡Que bien! hoy no tengo clases-— rebosante de alegría.

Llegó a la Biblioteca, y allí estaba Eduardo -— otra vez lo vuelvo a ver, el universo me manda señales-— pensó- —Hola ¿cómo estás?-—se apresuró a decir

—- Muy bien—- agarrando su mochila —-¿Qué te trae por aquí?-— con una sonrisa plena

-—Estoy buscando información de este hombre—- sacó el libro y se lo enseño. Carla estaba color carmesí no podía disimular.

Eduardo miró con​ asombro y sonrió.

-—Se parece a ti, solo que tu eres más joven-— dijo Carla

-—Gracias, es decir que soy guapo. guiñándole un ojo

-—Pues si, digo... este... tienes lo tuyo-— sin mirarlo a la cara por la vergüenza.

—-Eres graciosa-— haciendo una mueca de risa

—-Gracias-— se mantuvo callada —-¡Como le voy a decir gracias! Ese no es un cumplido... el día no podía ir peor—- tocándose la cabeza.

Se sentaron y se pusieron a conversar, pero Eduardo volvió a ponerse sombrío como días antes. Carla por su parte se puso tímida, y se hacía a la que buscaba algo, metiendo prácticamente toda la cabeza en la mochila. Eduardo la observó, pero no dijo ni una palabra, algo lo inquietaba pero no sabía cómo reaccionar.

Carla se paró de golpe y fue a solicitar un libro que podía contener información sobre el caballero en cuestión y sus últimos pasos en América. Pero los datos eran escasos y en cuanto a su familia no había nada, era cómo si adrede hubieran borrado la información.

Buscando en el PasadoWhere stories live. Discover now