Capítulo 6

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En cuanto el pastor Williams acabó la última plegaria e impartió la bendición, Trish tomó su bolso y se puso de pie, mirando la puerta más cercana. No tenía ninguna intención de quedarse charlando con Jack Krieger.

Pero, en su prisa por escapar, se olvidó de que Jack se encontraba en el extremo del banco. Cuando ella hizo ademán de salir, él se puso de pie y se dio la vuelta hacia ella.

—Buenos días —le dijo, y la expresión de sus ojos le indicó a Trish que él se había dado cuenta de que estaba lista para salir corriendo y le bloqueaba la salida a propósito—. Qué sorpresa encontrarte aquí.

—Entonces, somos dos los sorprendidos —dijo Trish—. Hubiese jurado que tú y tu familia ibais a la iglesia metodista de la calle Elm.

—Cerró —dijo Jack—. Hace unos cinco años.

Trish estuvo a punto de preguntarte por qué habían elegido la iglesia en la que se hallaban, pero se contuvo a tiempo. No quería hablar con Jack un minuto más de lo necesario.

—Sí, eso sería genial —dijo Tommy con entusiasmo—. Total, íbamos a comer fuera.

Trish dirigió la mirada a su hijo.

—¿Qué pasa?

—Que Matt nos invita a comer con su familia —dijo Tommy—. ¿No te parece genial?

—Lo siento —dijo Trish, pensando rápidamente—, pero no podemos. Tengo que hacer unos recados...

—Pero también íbamos a comer antes —dijo Tommy, lanzándole una mirada de ruego a su amigo.

—Poorfaaa, señora Bradley —dijo Matt—. Comeremos salchichas y ensalada de patatas y todo eso.

—Estoy segura de que estará todo delicioso —murmuró Triso—, pero...

—Mi madre ha hecho una tarta —añadió Matt—. Con baño de chocolate.

—Es mi preferida —dijo Tommy—. Porfi, mami.

Trish miró primero una carita de ruego y luego la otra esperanzada. Quería que su hijo tuviese amigos y Matt era un niño encantador, pero también era el sobrino de Jack.

—Nos encantaría que vinieses —dijo Julie Cullen, que había estado hablando con su esposo y se dio la vuelta para esbozar una cálida sonrisa—. Es una pena que lleves tanto tiempo en el pueblo y todavía no hayamos podido vernos.

—No querría ser un incordio.


—Julie siempre hace comida suficiente para un regimiento —terció su esposo—. Nos harías un favor si vinieses. De lo contrario, nos tendrá a sobras el resto de la semana.

SIN SECRETOS-  CYNTHIA RYTLEDGEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora