Ya no. | ♀CáncerxEscorpio♂

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Posó su mirada oscura sobre las hebras doradas de la chica. Un rebelde pero pequeño suspiro escapó de sus labios. Sus mejillas estaban teñidas de un muy suave color rosado. No podía dejar de amar a esa chica inocente pero perversa como un mundo sin dioses.

— ¡Escorpio Smith! ¡¿Estás prestando atención a la clase?! —Exclamó la maestra, provocando que Escorpio diese un pequeño salto por el repentino grito.

— ¡Qué delicada saliste! —Exclamó Escorpio, molesto.

— Vete a detención. —Ordenó la maestra, intentando no volver a gritar.

De mala gana, Escorpio se levantó de su asiento y comenzó a caminar hacia la entrada del salón. Posó su mano sobre la perilla, para abrir la puerta, y marcharse del lugar dando un fuerte portazo.

[. . .]

— ¡Hey, Escorpio! —Exclamó la rubia, corriendo hacia el de cabellera negra.

Escorpio se giró para prestar atención a Cáncer, en el instante había reconocido su suave voz.

— ¿Qué ocurre? —Preguntó Escorpio, dedicándole una cálida sonrisa a la más baja.

— Se te quedó esto en el salón. —Cáncer extendió un cuaderno azul, que le pertenecía a Escorpio.

— Ah, gracias. —Tomó el cuaderno con la mano derecha, y lo guardó en su mochila.

— Bueno... Yo me tengo que ir. ¡Hasta mañana! —Exclamó Cáncer antes de comenzar a caminar por el pasillo.

El pelinegro se quedó pensando un poco, y antes que la rubia diese otro paso, la tomó del brazo.

— ¡Espera!

Cáncer miró fijamente a Escorpio, esperando que éste dijese algo.

— ¿Tienes planes para hoy? —Preguntó Escorpio, ladeando ligeramente la cabeza.

— Nop. —Negó Cáncer, haciendo movimientos de izquierda a derecha con su cabeza.

— ¿Te parece salir hoy? —Preguntó Escorpio, esperando obtener una respuesta positiva.

— ¡Claro! —Exclamó la rubia esbozando una amplia y cálida sonrisa.

[. . .]

Ambos jóvenes se encontraban en una heladería. Cáncer comía un helado de fresa, y Escorpio uno de chocolate. Pasaron la tarde juntos. Comieron, rieron, vieron las cosas que ocurrían a sus alrededor. Y finalmente, caminaban a un parque cercano mientras comían sus helados.

— Oye, linda. . . —Habló Escorpio, enarcando ligeramente una ceja.

— Dime. —La rubia miró fijamente al pelinegro.

— Es que, hay algo que quiero decirte, desde hace mucho. . . —Susurró, pero, aún así la rubia lograba escucharlo con claridad.

Hubieron unos segundos de silencio. Escorpio jugaba con sus manos, y movía sus píes. Hasta que miró fijamente a Cáncer.

— Me gustas. . . Y yo quería saber sí, ¿Tú quisieras ser mi novia? —Habló finalmente el pelinegro, esperando una respuesta por parte de la rubia.

Las mejillas de Cáncer se habían vuelto rosadas. Bajó la mirada, sin saber que responder exactamente.

— No, Escorpio. —Suspiró la rubia.— No me gustas, sólo eres mi amigo.

Cáncer bajó la mirada, no le gustaba rechazar así a las personas, pero no podía obligarse a sí misma a estar con alguien que no amaba de esa forma.
Escorpio se sintió dolido, pero, sólo se limitó a esbozar una muy falsa sonrisa y decir;

— Claro. No hay problema. —Se puso de píe, y miró a la rubia.— Se me hace tarde, tengo que volver a casa. Nos vemos. . .

Y se marchó, dejando sola a la rubia muy confundida. No había sido como veces anteriores, en las que Escorpio la iba a dejar a la puerta de su casa.

[. . .]

Pasaron dos meses desde lo que pasó esa confesión. Escorpio ya no hablaba tan seguido con Cáncer, pues, ahora su mayor prioridad era una fantástica chica que había conocido.

Cáncer sentía la distancia, ya no hablaban como antes, y extrañaba ser más cercana a Escorpio. Las pocas veces que hablaba con Escorpio, sentía algo extraño en su estomago, y su rostro ardía. Le gustaba Escorpio, y se arrepentía de haberlo rechazado pocos meses atrás.

La rubia paseaba en aquél momento por las calles del centro de la ciudad. No había mucha gente, lo que hacia que fuese más tranquilo caminar. La hacía sentir más segura estando con poca gente, ¿Extraño, no?

Alzó la mirada hacia el cielo, y miraba a las personas a su alrededor. Logró divisar a un pelinegro caminando metros delante de ella. Sonrió, sabía perfectamente quién era.

— ¡E..Escorpio! —Exclamó casi corriendo hacia el pelinegro, esbozaba una amplia sonrisa en su rostro y sus mejillas se teñían de rosa.

El de mirada oscura se volteó a mirar a la más baja que venía corriendo hacia él.

— Ah. . . Hola, Cáncer. —Saludó haciendo un ademán con la mano.

— Hola.~ —Devolvió la seña con la mano la rubia.

Comenzaron a caminar mientras hablaban de cosas triviales, y entre ambos reían. La rubia sentía nuevamente esa cercanía que tanto le gustaba tener con el pelinegro. Sentía su corazón latir con fuerza, y esas cosquillas en el estomago que todos conocen como mariposas. ¿Mariposas? No, la rubia sentía dragones volar en su estomago.

— ¿Quieres ir por un café? —Preguntó la rubia a la vez que esbozaba una cálida sonrisa.

— Umm. . . Claro. —Escorpio asintió con la cabeza.

Comenzaron a caminar hacia la cafetería más cercana que había, se sentaron en una mesa que daba hacia la ventana. A los minutos se les acercó una mesera de cabellos castaños.

— ¿Qué desean pedir? —Preguntó sonriente, haciendo notar un aura cálida.

— Yo sólo un café, por favor. —Respondió el pelinegro.

— Yo. . . Lo mismo, sólo un café. —Dijo la rubia esbozando una tierna sonrisa.

La mesera asintió con la cabeza y fue a buscar la orden.

— ¿Por qué dejamos de hablar, Escorpio? —Preguntó la rubia mirando fijamente al adverso.

— Se me comenzó a hacer un poco incomodo. —Respondió con neutralidad.

Los ojos azules de la muchacha se llenaron de confusión.

— ¿Por qué? —Ladeó su cabeza ligeramente, el pelinegro miraba con tanta frialdad a la rubia.

— Me gustabas. . . Y me rechazaste. —Respondió el escorpión, frunciendo el ceño.

— Aquí está su orden. —Dijo la mesera volviendo a la mesa y dejando las tazas de café frente a los jóvenes.

— Muchas gracias. —Dijeron ambos jóvenes.

Se quedaron unos minutos en silencio. La rubia miraba detalladamente el rostro del pelinegro hasta llegar a sus labios.

— Yo. . . ¿Aún te gusto? —Preguntó la rubia, bebiendo un sorbo de café.

Escorpio bajó la mirada, ya estaba por terminar su café.

— No. —Negó con la cabeza, sacó dinero de su bolsillo y lo dejó sobre la mesa.— Encontrarás a alguien mejor, enana. Nos vemos el Lunes.~

Se puso de píe y revolvió los rubios cabellos de la adversa. Le dedica una sonrisa tan cálida y sincera que provocó un enorme sonrojo en las mejillas de la rubia.

— Nos vemos el Lunes. . . —Susurró la rubia cuando el pelinegro se iba marchando.

Zodiac. | OneShot's.Where stories live. Discover now