I will fix you © (PAUSADA)

Visitas inesperadas.

1 de enero del 2014. 15:00 P.M.

–¡Happy birthday to you, happy birthday to you! ¡Happy birthday, Beeeth, happy birthday to you!

Cuatro de las cinco personas en la pequeña sala rompieron en aplausos cuando las velas del pastel fueron apagadas, y felicitaciones, sonrisas y abrazos fugaces comenzaron a llegar. Cariñosas palabras salían de los labios de todos al compás del festejo por el cumpleaños de la pelirroja.

–Cómo pasa el tiempo... –Había comentado la, en ese momento, melancólica madre de la muchacha de rojos cabellos.

–Mi niña está creciendo. –Le había seguido su padre con un tono más o menos parecido al de su esposa.

– ¡Estás más vieja! ¡Ya te van a salir canas! –Gritaron al unisono Jo y la prima de la cumplañera, Sarah, la voz de ambas siendo ligeramente infantil pero divertida a fin de cuentas.

Beth Elder los miró con una irónca sonrisa y de brazos cruzados ¿por qué en los cumpleaños el mundo entero parecía ponerse cursi y sentimental? Un segundo más tarde, se rindió y terminó por darle un abrazo a cada uno de ellos (a pesar de las protestas de su prima, que apenas tenía quince y, en ese sentido, era tan arisca como ella). Tal vez el cumplir dieciocho y cursar su último año la ablandaba un poco en a lo que ser amorosa se refería, mas lo dudaba mucho.

–Se los agradezco, se los agradezco. –Dijo con un tono de falsa superioridad que les robó unas risitas a los invitados, siendo esto acompañado por una exagerada reverencia. –Ahora, si me permiten, comamos el maldito pastel. Estoy famélica. –Lo que no era cierto, ¡pero tenía chocolate! ¿Cómo no tentarse con semejante delicia? En el momento que su madre entraba nuevamente a la sala con un cuchillo para cortar dicha comida, Jo se acercó y besó la mejilla de su amiga de toda la vida.

–Debo irme, zanahoria. Tengo que acompañar a mi hermano al aeropuerto. –Explicó calmadamente pero a la vez con prisa (¿era eso posible?), mientras tomaba su bolso y le daba un nuevo abrazo a la cumplañera. –Te llamo cuando llegue a casa ¿sí? –Con la mano, saludó al resto de la familia Elder.

Beth sonrió, recordando que hoy era el viaje de Frederick a Inglaterra, y fue a abrirle la puerta. –Claro. Deséale suerte. –Y añadió con un tono que suponía ser “peligroso”. –Pero no vuelvas a llamarme zanahoria, ya hemos hablado de eso.

–De acuerdo. –Aceptó. La rubia le guiñó un ojo, saliendo a la calle y echando a andar a su casa – ¡Feliz cumpleaños, zanahoria! ¡Este 2014 será el mejor año de todos!

E ignorando la grosería que le propinó la chica por ese odioso apodo, comenzó a correr a a toda velocidad; se le había hecho más tarde de lo esperado y su mamá seguro que estaría enfadada. O tensa. O algo por el estilo, quién sabe, el punto es que muy contenta no iba a estar y la rubia (Jo era la única rubia de la familia) quería evitar peleas ese día... Por eso, cuando ya pasó las cuatro cuadras que separaban la casa de la pelirroja y ella, y llegó con la lengua afuera y los cabellos alborotados por todas partes, prefirió subir en silencio a su cuarto y cambiarse a la velocidad de la luz, ignorando olímpicamente los murmullos de la mujer que la había traído al mundo. “Si no le respondo, no habrá problemas”, se dijo, al tiempo que bajaba las escaleras.

– ¡Ya vámonos! –Exclamó la chica, ya con los pies en el suelo de la sala. –Llegaremos tarde. –Añadió un tanto en broma, tratando de hacer reír a su mamá. Su progenitora apenas sonrió "Algo es algo", se alentó Josephine, mirando a su hermano. Él no estaba ni temblando de miedo ni gritando de la euforía, al contrario; estaba alarmantemente calmado.

–Vamos... –Concordó el castaño con su habitual pose arrogante y relajada, de esas que las ves y te cuestionas cosas cómo la importancia de ir al colegio, trabajar o cualquier tipo de actividad que conlleve responsabilidad. Amplió su sonrisa blanca, sus ojos azules destellaron y abrió la puerta. Acto seguido salió por ésta de forma tranquila, seguido por el resto de los integrantes de la familia.