avismo

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Chester estaba sentado bajo el marco de la puerta, mirando como la lluvia humedecía todo a su paso.

La carretera relucía y los autos que pasaban salpicaban la vereda cada vez que lo hacían a gran velocidad. No había una sola alma en la calle y él no podía sentir que el clima podía estar más en contra de su humor.

Últimamente los días eran cortos, las noches eternas y el silencio que inundaba la casa le hacía chirriar los oídos.

"Quiero el divorcio."

Esa frase resonaba en su cabeza cada vez que podía.

Dos meses habían pasado desde que Mike se había ido y desde entonces no se habían contactado.

Chester gritó, lloró, se enojó, hizo de todo para tratar de lograr que Mike le dé una explicación, pero éste seguía con esa mirada fría y vacía. Chester se había negado a darle el divorcio hasta saber por qué estaba haciendo esto.

“¿Retenerme a pesar de saber que yo no quiero estar aquí va a hacerte feliz?” preguntó Mike.

Al otro día Chester le dijo que le daría el divorcio si eso era lo que realmente quería. A la tarde siguiente, sabía que al llegar de trabajar Mike ya no estaría ahí, lo presentía.

Por eso no quería volver, quería quedarse en la universidad dando más clases de lo que fuese, clases de apoyo, clases de matemáticas aunque no sabía nada, lo que sea con tal de no volver a su casa.

Pero sabía que en algún momento tenía que volver y tal como lo predijo, lo primero que se encontró fue una hoja doblada sobre la almohada.


-Algún día me entenderás. Perdón por el dolor que te estoy haciendo pasar, pero ya lo superarás.-
-Mike.

Chester se enojó tanto al leer esa nota que la rompió en pedazos y la tiró.

¿Cómo iba a entender si jamás le dio la posibilidad de entender? Era estúpido, era incoherente, y sabía que nunca iba a entender por qué Mike estaba haciendo lo que hacía. “¿Ya lo superarás?” se preguntó Chester a sí mismo completamente furioso, “¿Ya lo superarás?” se repitió de nuevo, odiando a Mike con cada célula en su cuerpo.

Chester tenía un aspecto demacrado, había perdido mucho peso desde que Mike se había ido. Ya prácticamente ni se molestaba en afeitarse, tenía grandes bolsas negras bajo los ojos debido a que la mayoría de las noches pasaba despierto con una botella de vodka en la mano.

Había bebido tanto esos últimos días que a veces ni siquiera sabía en qué día de la semana estaba viviendo.

De la universidad lo habían llamado para avisarle que tenía que presentarse en el programa de nuevo, ya que el receso había terminado, y él no sabía si aceptar o no el trabajo.

Pero sabía que no hacerlo era estúpido, su vida tenía que continuar a pesar de no tener a Mike. Si es que a lo que tenía ahora se lo podía llamar ‘vida’.

Se levantó del marco de la puerta y se dirigió al baño para bañarse antes de irse a la primera clase. Luego de salir de la ducha se miró en el espejo y vio lo mal que se veía.

Tomó espuma de afeitar y se afeitó la barba, tratando de al menos lucir más presentable. Notó que sus mejillas estaban hundidas debido al peso que había perdido, antes no se notaba, pero ahora que se había quitado todo el vello facial su extrema delgadez era notable.

LA LUZ DETRÁS DE TUS OJOSWhere stories live. Discover now