La Escapada III (Parte 1)

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¿Había escuchado bien? Lo empezaba a dudar. O eso, o Alma se había dado un fuerte golpe en la cabeza y se había quedado trastocada. Ella y los chicos que estaban allí. Un tal Carlos les estaba esperando en la estación para escaparse robando un tren… ¡¿Pero cómo cojones iban a robar un tren?!

-A ver, a ver- dijo Fran tras carraspear ligeramente, mirándoles a todos -¿No sería menos peligroso trepar el muro del aparcamiento en vez de lanzarnos con el coche? Subimos con ayuda de los demás y saltamos al otro lado- dijo, cruzándose de brazos tranquilamente.

-Sí claro- dijo la pelirroja mientras le miraba -. Y mientras esos bichos se sentarán amistosamente a observar cómo su desayuno se larga por patas trepando cuales chimpancés del zoo ¿no?- resopló largamente, negando –Vamos a ver, tío, si nos ven acercarse seguro que se lanzan a comernos.

-Siento decirlo, pero estoy con Alma- dijo el más mayor, aquel que había dicho llamarse Vincent. Parecía el más racional de todos y aún así a él le seguía pareciendo mejor idea la de Alma ¿Estaría en lo cierto? -. Salir en grupo y esperar a trepar los seis, nos hace un blanco demasiado fácil y creedme, hemos visto cómo se abalanzaban sobre cualquiera que estuviera cerca.

-Y no tenemos armas adecuadas para defendernos- continuó él finalmente, asintiendo ante los argumentos de Vincent. Se había sentado en una silla, la única que había en toda la sala de reprografía, y se balanceaba de adelante hacia atrás -. Con el tiempo que ha pasado desde que todo comenzó, posiblemente el número de zombis se haya multiplicado.

-¿Porqué te empeñas en llamarlos zombis?- preguntó Prímula. Aquella muñequita no había hablado casi hasta ese momento, y le pareció hasta tierna la manera en la que lo había hecho. Le recordaba ligeramente a aquellos personajes de anime que no llegaban a ser extremadamente moe, pero sí tenían ese aura de inocente pureza.

-¡Porque es lo que son! ¿No has visto las películas? ¿O jugado a videojuegos?- preguntó Richi de nuevo, a lo que la chiquilla  negó firmemente.

-No te preocupes- se adelantó entonces el muchacho grandote, con una amplia y bonachona sonrisa en los labios -. Nosotros nos encargaremos de defenderte. No te pasará nada mientras estés con nosotros. Te lo dice todo un paladín.

-En eso tiene razón aquí el trepa-paredes- dijo la pelirroja con una sonrisa. Alma siempre le había parecido bastante basta en maneras para lo atractiva que era, como si fuera una capitana de barco pirata obligada a comportarse como una señorita de buena familia -. Somos varios y evitaremos que esas cosas nos pillen. Cuando quieras darte cuenta estaremos metidos en un tren robado y saliendo de aquí… Aunque eso signifique saltarnos la ley un par de veces.

-Bien- dijo Vincent con una media sonrisa, mirándoles a todos uno por uno –Entonces… ¿Cuál es el plan completo?

-La cosa es que salgamos de aquí por la puerta de la cafetería; mi coche está justamente en frente. Nos meteremos los seis dentro y atravesaré el campus con él hacia la estación- comenzó a explicar, apoyándose contra la pared -. Cogeré suficiente velocidad como para poder estampar el coche contra las puertas y atravesarlas. Obviamente no podremos entrar del todo y los marcos metálicos de las puertas frenarán el coche y posiblemente se levanten y comben hacia dentro. Una vez hecho, solo tenemos que salir, saltar los torniquetes y subirnos al tren ese que quieren robar sus amigos.

-Vale ¿Y cómo movemos el tren?- dijo Adrana por fin, mirando hacia la pelirroja, a lo cual ella respondió encogiéndose de hombros.

-No os preocupéis, seguro que si Carlos lo ha dicho es por algo. Es un tío imaginativo- dijo Fran con una sonrisa. El plan seguía pareciéndole tremendamente demasiado peligroso. Pero era eso o acabar siendo un zombi o lo que quiera que fueran esas cosas. Sinceramente prefería morir en el intento o acabar siendo algo tan horripilante. ¡Qué coño! ¡Prefería seguir vivo!

-Bien, coged lo que podáis y en marcha- dijo Vincent mientras cogía unas tijeras de encima de la mesa. Alma se adelantó y abrió la puerta cuidadosamente, mirando a su alrededor, y les hizo una señal para salir. En el suelo aún estaba el cuerpo menudo de aquella mujer que había atacado a Adrana junto con un pegajoso charco de sangre.

Pandemonium: InfecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora