Capítulo siete.

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El intermitente y sincronizado movimiento del limpia-parabrisas habia captado mi atencion por completo. Se habia desatado un aguacero que parecia interminable,  provocaba ese relajante sonido que me obligaban a pensar en mi comoda cama.

Apoyé la cabeza en el respaldo del asiento y cerré los ojos disfrutando la sonoridad que provocaban laa gotas cayendo sobre el coche.

Peter iba concentrado en el camino,  no había emotido palabra desde hace varios minutos.  Lo mire varias veces de reojo, su mandibula estaba tensa y sus ojos se negaban a quitar la mirada del camino.

Me removi incómoda sobre el asiento,  la ropa mojada se me hacia realmente molesta. Lo peor es que tendria que soportarla hasta llegar a casa y poder darme una necesaria ducha. 

Peter entró en una gasolinera y estacionó al lado de una distribuidora de combustible.

Todas las maquinas que repartían la gasolina estaban bajo techo, por lo que la tormenta no fué problema.

—Tengo un envase vacío en el  maletero. —informó mientras bajaba del coche. Me limité a asentir e imité su acción.

La gasolinera estaba casi desolada a excepción de algunos empleados que se resguardan del aguacero dentro de un mini-mercado.

Peter cargo el bidón con combustible y uno de los empleados que se encontraba dentro salió de su resguardo para cobrarnos.

El muchacho no aparentaba más de treinta años, al parecer nos reconoció, nos miraba asombrado y hablaba titubeante.

—¿Cuánto es? —pregunté buscando dinero en mi bolso.

—Veinte dólares. —respondió mirando el marcador de la maquina.

Encontré un billete de cincuenta y se lo tendí. Lo tomó y me guiñó un ojo, ignoré su gesto por completo y esperé a que me diera el vuelto. 

Buscó treinta dólares en la caja registradora y me los entregó.

—Aquí tienes. Espero verte pronto por aquí, bonita. —habló con una sonrisa sugestiva.

—Me temo que no volverás a verme. Cuatro litros de gasolina por veinte dólares es un robo. —dije de mala gana y volteé para regresar al vehículo.

Pude oír la carcajada de Tanner a mis espaldas antes de subir nuevamente al auto.

—Oye, no seas tan dura, él solo quería una probada de ese pequeño trasero. —bromeó y le dedique una exagerada risa sarcástica.

***

Una enorme casa de dos pisos se llevaba toda mi atención ahora. Era más grande que la mía definitivamente. Estaba pintada con un color ocre claro. Una puerta blanca de doble hoja se destacaba en el porche, una galeria abierta con columnas griegas, techada, construida alrededor de una estructura central, se encuentra rodeada por una baranda que se ubica a los laterales de la estructura.

Peter adelantó el paso, colocó la llave en la cerradura, abrió la puerta y me dejo pasar primero.

Wow, creo que su espécimen no olvidó por completo la existencia de la caballerosidad.

—Bienvenida.

Entré sin protestar y noté que el espacio era tan maravilloso por dentro, como por fuera. Todo estaba limpio y en su lugar. Dudaba que Tanner hiciera la limpieza, pero sin dudas su servicio hacia un gran trabajo.

Mis ojos buscaron otro punto de visión cuando quitó su camiseta mojada y esta fue a parar hacia algún lugar de la sala.

—¿Qué crees que estas haciendo? —chillé cuando comenzó a desprender su pantalón.

—Me quito la ropa mojada. —me miró como si fuera obvio.

—¿Puedes hacerlo en otro lado? —titubeé con incomodidad.

—¿Nunca viste a un hombre semidesnudo? —rió sonoramente.

Ni siquiera contesté su ridícula pregunta, si lo hacía seguramente terminaría en una estúpida discusión. No volvió a pronunciar otra palabra antes de desaparecer por las escaleras.

Luego de un largo suspiro busqué mi teléfono en mi bolso y me ocupé de conectarlo. Remolques Peterson iba a oír mi razonable queja. Era inaceptable que dejaran a la deriva a una pobre joven bajo un aguacero incontrolable.

Di un largo suspiro. El embriagador aroma a bosque y colonia de hombre se colo por mis fosas nasales creando una revolución en mis pulmones.

Me pregunto que perfume usa. Es exquisito y adictivo.

—Woods, puedo prestarte algo de ropa si quieres. La ropa mojada es una pesadilla. —habló Peter bajando ruidosamente las escaleras mientras se colocaba una playera seca.

—Yo... descuida, estoy bien. —dudé.

—Insisto, puedes poner tu ropa en la secadora, hay ropa vieja que me queda demasiado ajustada, tu decides si usarla o simplemente quedarte desnuda, a mi no me molesta, en lo absoluto. —insistió y su sonrisa socarrona reveló su intención de molestarme. Sentí mis mejillas acaloradas y baje la mirada de inmediato para que no lo notará.

Lo pensé por unos segundos. Realmente me sentía incomoda, la blusa se adhiere de más a mi torso y el pantalón goteaba en los tobillos mojando mis zapatos. Además sólo sería hasta que mi ropa volviera a estar seca.

—Está bien. —accedí siguiéndole a través de las escaleras.

Las escaleras desencadenaban con un ancho pasillo, este guiaba a varias puertas, todas en color negro. Me sorprendió la falta de cuadros, fotos y recuerdos, quizá no era fan de ese tipo de cosas. Mi casa daba miedo por la cantidad de historia familiar que yacía en sus paredes.

Se detuvo frente a una puerta casi al final del pasillo. Abrió la puerta y me hizo una seña para que pasara.

A este chico definitivamente le gustaban los lujos. Su habitación de seguro era mas grande que mi sala de estar, incluso era mas grande que su propia sala de estar. Dos paredes paralelas estaban pintadas de blanco y las otras lucían un profundo color negro, una de ellas estaba ocupada por un gran ventanal que mostraba una preciosa vista de la ciudad de Los Ángeles. Era grandioso.

Mi casa era lo suficientemente grande para una persona. Me sobraba espacio, y era mucho más pequeña que la de Tanner. No se que haría con un lugar de este tamaño para mi sola, probablemente me la pasaría limpiando todo el día. 

—Aquí tienes. —me entregó una playera gris oscura, lo que supuse que eran, unos bóxers negros y una toalla. Los recibí con inseguridad y sonreí tímidamente. — Puedes vestirte aquí o en el baño. —señaló la puerta a sus espaldas. — Donde quieras, me da lo mismo.  —terminó y salió por la puerta volviendo al pasillo.

Me quité rápidamente la ropa mojada, a excepción de la interior, la cual estaba algo húmeda, pero no pensaba pasearme por la mansión de Peter Tanner sin sostén.  Sequé mi cuerpo húmedo con la toalla y luego repetí la acción con mi cabello.

Estaba semidesnuda en la habitación de Tanner y a punto de colocarme su ropa, esto se veía bastante turbio sin profundizar.

—Cuando termines de vestirte ¿Puedes llevar la ropa a la secadora? En el... yo... lo siento.

Volteé rápidamente y me topé con la mirada la Peter en todo mi cuerpo. Agarré la camiseta lo más rápido que mis brazos me lo permitieron y me cubrí.

El simplemente se quedó paralizado sosteniendo el picaporte de la puerta.  No me miraba sorprendido, el simplemente... me miraba.

—¡Vete! ¡Maldita sea! —grité tirando mi blusa mojada con dirección a su rostro.

Dejó escapar una profunda carcajada y cerró la puerta más lento de lo necesario.

Mis mejillas y casi todo mi cuerpo era víctima de un calor sofocante.

Cielos.

♥♥♥
Capítulo corto, denso y encima re tarde.  Perdón,  tuve un bloqueo mental y por eso esta tan horrible.

Espero que a pesar de eso les guste, voten y comenten.

Gracias por leer♡
Besosss :***

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