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Testigo soy de cuando la luna se ocultó, y el sol ya nunca más salió.

Mi mirada en el cielo seguía, para ver a la última estrella que se extinguía.

Y una puerta dentro de mi se abrió.

Salió corriendo el amor, ¿¡y cómo no iba a hacerlo!?, si dentro de mi fue el que menos trabajó.

Después salió la amistad, quien arrastraba los pies, porque en mi vida tampoco tuvo fluidez.

Aliviado le siguió la felicidad, quien por su expresión, no extrañaría mi cuerpo ni en una eternidad.

Y así salieron más cosas, una tras otra, hasta quedar casi vacío, pero el dolor fue quien a salir se opuso.

Y ahora gobierna en mi interior, pero algo está cambiando, porque de él su ausencia también se está notando.

¿qué me quedará?

si la vida se trata de sentir, ¿a mi que me corresponderá hacer?

Pido a gritos que un sentimiento se acerque a mi, que me invada, que me quite esté dolor incoherente, pero nada resulta, nada ya va a llegar.

Cuando las estrellas se apagan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora