Capítulo II: "I've lost everything"

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Capítulo II: “I’ve lost everything”

          El grito de un pájaro hizo que mis ojos se abriesen de par en par. Levanté la cabeza asustada, mirando a mí alrededor para ver dónde me encontraba. Un tenue rayo de luz entraba por un hueco de la pared, gracias a ello me acordé de lo que pasó anoche, en este mismo sitio. Suspiré por ello y me puse en pie. Arrastré mi cuerpo por el hueco y aparté las ramas del matorral. Me levanté y anduve pegada a la pared hasta darle la vuelta a palacio y colocarme en la entrada del mismo. El cielo estaba completamente cubierto de nubes negras y millones de gotas caían. Contemplé la ciudad.

          —Dios mío… —Abrí mis ojos de par en par por la tremenda sorpresa que me llevé— ¿Qué ha pasado aquí? —Recorrí con la mirada todo lo que había enfrente de mí. Las casas estaban destruidas. Algunas en llamas y otras medio derrumbadas. Los suelos estaban cubiertos de escombros y sangre. Por las calles había cuerpos de gente inocente sin vida, con espadas, flechas y hachas clavadas en ellos y los árboles de todo el reino estaban chamuscados.

          Comencé a andar entre las calles buscando algún superviviente. Entre los escombros había muy poca gente intentando escapar, ayudé a algunas personas, pero muchas se las arreglaban por sí solas. En ese momento me acordé de los cerezos. Nuestros cerezos

          Corrí lo más rápido que podían mis piernas. Pisé la hierba quemada del monte, con los ojos encharcados. Al llegar a la cima, los vi. Los troncos estaban ennegrecidos, las ramas secas, las hojas quemadas en el suelo y  mi amor por Scott hecho pedazos… Era lo único que me quedaba después de su marcha y ahora se reduce a un “nada”.

          A lo lejos pude oír murmullos de gente hablando. Con la mirada busqué a esa gente y me encontré con un grupo de unas cuarenta personas saliendo de la entrada de palacio. En ese momento por mi cabeza pasaron mis padres, mi hermano. ¿Habrán sobrevivido?. Bajé el monte de nuevo y corrí hasta toparme con la gente que buscaba.

          —¡¿Papá?!, ¡¿mamá?! —Comencé a apartar gente a empujones, desesperada por ver sus caras—. ¡¿Arthur?! —Continué gritando, pero no conseguí ver a nadie.

          —¡Katherine! —Oí mi nombre como respuesta. Miré a todos lados buscándolo, pero no aparecía— ¡Katherine! —Volví a oír. Esta vez la sentí más cerca de mí. Giré hacia todos lados buscando a la persona que me estaba llamando, cuando por fin la diferencié entre la gente, viniendo hacia mí.

          —¡Arthur! —Grité. Al estar lo suficientemente cerca, salté a sus brazos y lo estreché entre los míos— Cómo me alegro de que sigas vivo aún… —Su agarre disminuyó considerablemente, cosa que no pasé por alto— ¿Pasa algo? —Pregunté en un susurro contra su oído.

          —Es solo que… —Expuso, empujándome para deshacer el abrazo— Papá y mamá no han sobrevivido… —Mis ojos se abrieron por completo, perpleja por la noticia.

          —¿Qué? —Musité. Me alejé de él con el miedo reflejado en mi mirada.

          Comencé a correr lejos de la muchedumbre. Las lágrimas amenazaban con salir de nuevo, y no tuve el coraje suficiente para contenerlas. Mis pasos me llevaron hasta casa. El techo estaba destrozado, la mitad de la casa en ruinas y la otra mitad en llamas. Enfrente de ella, escombros por doquier, signos de una explosión. Entre la escoria, dos cuerpos enterrados se podían diferenciar: mis padres. Otra vez, caí de rodillas. Llevé mi mano a mi boca y mordí la piel de la parte exterior a la vez que cerraba mis ojos dejando escurrir lágrimas. Tal fue mi dolor que mis dientes atravesaron la piel y comenzó a salir sangre. Sangre que se mezcló con las lágrimas y acabó por gotear hasta formar diminutos charquitos en el suelo. Oí unos pasos acercándose a mis espaldas. Arthur.

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