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× Descontrol ×

Narra Levi

Ah, que cansancio. Trabajar duro no es lo mío últimamente.

Acabé de regresar hace poco de Francia, sobrado de dinero, y sin arrepentirme.

Que digo, el pecho me duele como nunca, siento culpa, por lo que le pase a la mocosa a partir de ahora. Es raro saber, que cosas tan feas, sean causadas por una parte tuya.

Narra Mikasa

Mikasa: Argg! Duele!

Me intentaba parar, ya era el intento como número 23, mis piernas no reaccionan. Desde el estómago hacia abajo, parece inservible.

Pero creo que ya se la razón... Tengo una gigante cicatriz, todas las sabanas de esta cama pintadas de rojo, y polvo azul aquí y allá.

Mikasa: Mierda...

Sr. Ackerman: Muévete- dijo con dificultad, así como cuando no sabes dominar un idioma a la perfección, pero se le entiende debido a las señas que hacia con su mano.

Intenté pararme de nuevo, no lo quería hacer esperar, al fin y al cabo lo logré, y para mi suerte como utilicé tanta fuerza se me abrió la herida.

Aguantaba el dolor, mientras caminaba hasta la puerta y encontrarme en la sala en donde me tenían antes, solo con una bata puesta.

Ayudante: Ya estamos listos. 

Ayudante: De seguro se estarán preguntando que es esto, bueno como verán, cada uno de ustedes 4 tiene un pasaporte distinto. Y boletos de avión para lugares distintos. Su misión es llegar a aquel lugar sanos y salvos para que el contenido sea extraído de ustedes sin problemas.

El siguió explicando mientras nos entregaban a los otros tres hombres y a mí nuestros pasaportes y boletos.

Vi de reojo mi destino, nada más y nada menos que Francia.

Ayudante: Nuestros hombres irán con ustedes pero no en el vuelo, solo en los aeropuertos. Así que no se les ocurra hacer nada que pueda dañar el plan, ¿entendido?

Asentí la cabeza como los demás, mientras ellos eran llevados por hombres que le ponían bolsas negras en la cabeza. Cuando me la pusieron a mí, la única orden que me dieron era " sigue avanzando y no hables".

18 horas después

Atada, a unas cadenas en ambas manos, en un lugar sucio y feo. 

Sola, sin ningún alma al rededor.

No me sentía bien, mi cabeza iba a mil por hora, ya que, los hombres que hace cinco minutos estuvieron aquí, me patearon y patearon la herida una y otra vez.

Comencé a convulsionar, me movía de arriba a abajo. La cadena se rompió, sin problemas. Sin parar, me golpeaba entre pared y pared. Hasta que en un dado momento, ya no sentía miedo, piedad, ni dolor alguno. Me sentía, bien...

Narradora

???: Hey...

Un hombre, se veía flaco y algo mayor, no más de 50 años. Entraba por aquella puerta grande de hierro. 

Dejó las llaves en la pequeña mesa de madera que se encontraba en la parte superior del lugar.

Sus intenciones eran algo obvias, así que la joven Mikasa no dudó en seguirle la corriente.

Se abrió de piernas provocando al viejo, lo cual, funcionó a la perfección.

En cuanto se distrajo, ella no dudó en darle su merecida matada para que cayera de una vez y poder recoger las llaves.