Prólogo

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El continente de Felácea cuenta con milenios de historia a su espalda. Durante los mismos, se han ido sucediendo distintas guerras y disputas entre las diferentes especies que lo poblaron, así como dentro de cada una de ellas también surgieron dichos conflictos. De una manera u otra, estas tierras han ido cambiando, para bien o para mal, siendo los humanos los últimos en heredarlas.

Los dioses hace tiempo que abandonaron a su suerte a esta especie, al igual que hicieron con las anteriores, y, tras su marcha, los hombres y mujeres han gobernado Felácea a su antojo. El resto aún hace aparición en el continente de vez en cuando; incluso los dragones interactúan activamente con los humanos. Pero estos últimos no hacen caso a la experiencia ganada durante siglos y siguen dejando brotar de su interior sentimientos como la ira, el rencor o la envidia, tomando las armas cada poco tiempo para modificar el mapa político de la tierra en la que viven.

Felácea se encuentra dividida en tres regiones bien diferenciadas: Jálova al norte, con capital en Góset y gobernada por el rey Flojan; Fránel al sur, menos conflictiva que la anterior y dirigida por el rey Báel desde la ciudad que lleva el mismo nombre del reino; y las Tierras del Noroeste, un territorio sin ley ni orden y de tamaño mucho menor que las otras dos.

Dentro de este marco, los habitantes de cada zona se ganan la vida como buenamente pueden, siguiendo las reglas impuestas por cada rey y cumpliendo sus órdenes al pie de la letra, pero de manera distinta. En el sur los impuestos no ahogan demasiado a los ciudadanos y las leyes son bastante flexibles, de modo que, normalmente, las acatan de buen grado. En Jálova, por contra, el mandato es demasiado restrictivo para el bienestar de sus habitantes, siendo gobernados por un rey que toma a sus súbditos como esclavos, personas sin prácticamente derecho alguno que deben obedecerle sea cual sea su palabra.

Del mismo modo, también la interacción de los dragones con la especie humana se ve diferenciada de un reino al otro, siendo el de Fránel el único que se beneficia de la colaboración con los mismos. Los dragones blancos llevan bastante tiempo junto al ejército dirigido por el rey Báel, mientras los marrones, rivales de los anteriores, se mantienen alejados de todos sobre las cimas de las Montañas Gares.

En teoría, es una etapa tranquila para el continente. Desde hace años, no se vive la tensión propia de los territorios rivales entre los que en cualquier momento puede surgir la chispa que desencadene un nuevo conflicto. Sin embargo, no es posible una relajación completa de los ejércitos. Al contrario de lo que podría pensarse, cuanto más tiempo pasa desde la finalización de una disputa, antes es posible que una nueva trifulca empañe la época de paz que se estuviera viviendo. Como bien dice el refranero popular del continente; "Cuanto más sol haga y más a gusto estés, a la llegada de la inminente tormenta has de temer".

El murmullo de la batalla (Saga Ojos de reptil #2)Where stories live. Discover now