Capítulo 7.

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Ahí estábamos. Parados delante de la casa donde me críe. Sí, no he tenido una buena infancia, pero tengo bonitos recuerdos de esa casa. Los cumpleaños, las navidades, cuando plantábamos alguna planta en el jardín y siempre se nos moría, cuando entró mi hermano recién nacido por la puerta...bonitos recuerdos, los únicos bonitos recuerdos que tenía eran con mi padre. Luego, simplemente, todo se volvió negro.  

Miro por la ventana. No sé qué hacer, soy incapaz de abrir la puerta e ir a ver a mi hermano. No puedo. Niall me aprieta fuerte la rodilla y asiente con la cabeza. Respiro ondo y abro la puerta del coche. Me dirigo a paso firme hacía la casa. Cada vez el corazón me bombea más rápido y lo único que escucho es eso. Empiezo a marearme. Me detengo a cuatro pasos de la puerta con el corazón en la boca. 

-Vamos Cheryl, detrás de esa puerta está tu hermano. -miro a Niall y me hace un gesto con la mano para que toque al timbre. Cogo aire- Tú puedes. 

Mi mano temblorosa toca el timbre. Sólo lo toco unos segundos. Mi corazón empieza a acelerarse. Nada. No obtengo respuesta, no se escucha nada dentro de la casa. Mis ganas de llorar aumentan por momentos. Me doy la vuelta, otra vez con paso firme, para dirigirme al coche cuando noto que alguien me sujeta de la camiseta. Me giro y ahí está Theo. 

-¿Cheryl, dónde vas? -su voz suena débil, como si en cualquier momento se vaya a poner a llorar. Está precioso. Me abalanzo sobre él y lo cogo en volandas y le abrazo fuerte-

-Pequeño, -unas lágrimas se escapan- estás bien. 

Me abraza más fuerte y esconde su cara en mi cuello. -¿Quién es ese chico tan raro? -me giro y veo que Niall se dirige hacía nosotros con una sonrisa juguetona en la cara. Llega hasta nosotros y me toca la cintura- ¿Es tu novio? -me susurra el pequeño-

-S...no, no lo es. 

La casa no ha cambiado para nada desde que salí por la puerta. Las paredes, que antes eran blancas, siguen siendo amarillas. El ambiente es espeso, huele a tabaco. El suelo cruje bajo nuestras pisadas. Los muebles de mamá están viejos y rotos, por culpa de los golpes de Henrie. La luz es escasa y da un ambiente tenebroso. Miro las escaleras que se dirigen al piso de arriba y más de una está rota. Exacto, nada ha cambiado. O eso creo, no quiero imaginarme cómo estará mi habitación. Theo no me suelta de la mano y Niall no dice nada. Va detrás mía mirándolo todo. Llegamos al comedor y nos sentamos en el viejo sofá que se hunde debido a nuestro peso y Theo se suelta de mi mano y no sé dónde va. Quisiera seguirle, pero soy incapaz hasta de respirar dentro de esta casa. 

Niall me agarra la mano- Eh, ¿estás bien? -asiento lentamente con la cabeza- No me mientas. No estás bien, estás pálida. Como si acabases de ver un espectro. 

-Si sabes que no estoy bien, ¿por qué preguntas? -hablo en susurro, como si las paredes tuviesen oídos. Niall me suelta la mano y resopla. Veo que no me va a echar nada en cara- 

-Cheryl, entiendo que debe ser difícil, pero no hace falta que te pongas borde. 

-El borde aquí eres tú. 

-¿Borde yo? -abre los ojos de par en par- Que yo sepa un borde no se ofrece de un día para otro para hacer una locura como ésta.

-Deja de decirme eso, joder. Sé que soy un puto incordio, ¿vale? Lo sé. Llevo sabiendo eso quince años. 

-No eres un puto incordio, -le miro asombrada- eres el incordio más bonito que se ha puesto en mi camino. -empieza a acariciarme la rodilla y se acerca a mi con la intención de besarme. Noto su frío pirsing contra mi labio- Hazme el favor de dejar de pensar cosas de ti que no son. 

Noto como entra alguien al comedor y me separo de él. Alzo la vista y veo a Theo de la mano de una mujer. La mujer tiene un moño mal hecho, tiene el pello lleno de canas. Unas ojeras sumamente negras, los ojos pequeños y hundidos, la cara muy delgada y unos labios finisimos. 

She.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora