Capítulo 4: Moto

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- ¡Voy a matarte! –le susurré a Kian mientras ingresaba en la oficina del director-

- ¡Te dije que frenaras, no que aceleraras! –me contestó con el ceño fruncido-

Me callé al ver al director del instituto entrar en su oficina, tenía ojeras y sus labios formaban una fina línea, nos dirigió una mirada cansada, como si ya no soportara lidiar con adolescentes que rompen las normas.

- Señor Denovan y señorita Aspen ¿Puede alguno explicarme por qué chocaron el auto de la profesora de matemática con su moto?

Cerré los ojos con fuerza mientras le explicaba lo sucedido.

——-

Una hora antes.

- Te odio –le dije a Kian con los ojos entrecerrados-

- Tú aceptaste –me contestó y me lanzó el casco-

- Sigo arrepintiéndome por eso.

Estábamos en el estacionamiento del instituto luego de haber salido de clases. Había tratado de evitar a Kian todo el día pero a la salida me había arrastrado hasta su moto para que me enseñara a usarla, como habíamos dicho el día anterior.

Me puse el casco en la cabeza y lo note muy pesado. Diablos ¿Cómo hacía Kian para llevar esta cosa en la cabeza? Lo escuché riéndose por lo bajo.

- Te lo has puesto al revés –murmuró mientras se acercaba a mi-

Me saco lentamente el casco y lo giró para ponérmelo de la forma correcta. Tenía esa pequeña sonrisa en sus labios de la que ya me había acostumbrado, era del tipo "Mira lo que haces, Alisson". Estaba tan cerca de mí que podía sentir su calor corporal.

- Así esta mejor –me dijo y me dio una mano para ayudarme a subir a la moto-

Alcé una ceja.

- ¿Qué? ¿Crees que no tengo modales?

- Yo no he dicho eso... solo que no me imaginaba que me ayudarías.

- Tú imaginas lo peor de mi.

- Eso no es cierto, solo te imagino según lo que muestras que eres –le contesté refiriéndome a todas las veces que lo vi en fiestas, rodeado de chicas y alcohol.

- A veces lo que demostramos no es lo que realmente somos, como a veces lo que demostramos en el exterior no es lo que realmente sentimos en el interior.

Pestañeé sorprendida ante lo que acababa de decir, pero no pude pensar mucho en ello ya que me agarró de la cintura y me alzo para ponerme encima del asiento de la moto, luego él se posicionó detrás de mi.

- ¿Lista? –me preguntó-

- No –dije aterrorizada- ¿Cómo funciona esta cosa?

- Primero tienes que poner tus manos en los manubrios –me explicó agarrando mis manos y colocándolas en los manubrios- luego, asegúrate de que el espejo que tienes de costado este bien posicionado. Con el manubrio derecho aceleras, con el manubrio izquierdo frenas ¿Entiendes?

- Eso creo.

- Yo voy a estar ayudandote.

- Me quedo más tranquila –le dije sarcásticamente-

Al principio Kian comenzó a conducir y a hacer todo el trabajo mientras yo solo estaba rezando por no morirme.

- Vamos, hazlo tu –me dijo poniendo mis manos en los manubrios de nuevo y dejando las suyas a un lado- No es difícil ¿ves?

Agarraba los manubrios con fuerza mientras pasábamos el largo estacionamiento del colegio. Comencé a relajarme cuando me di cuenta que lo estaba haciendo bien. Antes de llegar a la salida Kian me ayudó a dar la vuelta con la moto y seguimos así.

De repente un auto nos hizo luces para salir de donde estaba estacionado.

Pensé que las luces habían significado que nos dejaba a pasar a nosotros primero así que seguí avanzando.

- ¡Frena! –me gritó Kian cuando se dio cuenta que el auto estaba avanzando y estábamos por chocarlo-

Traté de frenar pero en vez de presionar la manilla izquierda presione la derecha y cuando Kian quiso frenar él mismo ya era demasiado tarde, habíamos chocado un auto blanco.

Mi corazón latía muy rápido y no sabía que hacer. El conductor del auto se bajo y nos quedamos boquiabiertos... era nuestra profesora de matemática. Estábamos en serios problemas.

—————-

- ¿Y en que estaban pensando cuando decidieron comenzar con sus clases de manejo en el estacionamiento del instituto? –preguntó el director enojado-

- Es que la señorita Aspen estaba ansiosa por comenzar ya mismo.

Lo fulminé con la mirada.

- ¡Eso es mentira!

- Y aunque así fuera –continuó el director- usted señor Denovan tiene que percatarse de los daños que podía causar.

Kian suspiró.

- Ya sabe señor director –dijo estirando sus largas piernas- es difícil decirle que no a una cara bonita.

Me quedé boquiabierta sin poder creerlo, este chico seguía burlándose de mi y yo iba a matarlo.

- Bueno alumnos como se imaginarán la profesora esta muy enojada con ustedes y quiere que les de un merecido castigo.

Hice una mueca, nunca había sido castigada en el instituto. Mi madre iba a matarme. Muchas gracias, Kian.

- ¿Y cuál va ser nuestro castigo? –le preguntó Kian visiblemente aburrido-

- Dos semanas de detención.

- ¿Qué? –pregunté indignada.

- ¿Prefieres eso o que los suspenda por una semana?

Me quedé callada. El hombre tenía un punto.

- Eso creía, entonces nada más que decir. Pueden irse. –finalizó el director-

- Eso fue divertido –dijo con una sonrisa de medio lado-

- Eso no fue para nada divertido –le contesté mirándolo mal- voy a devolvértela.

- Vamos, no fue tan malo. Acuérdate de que hoy iremos a ver a Coldplay...

Sonreí al recordarlo y de repente se me ocurrió una idea brillante.

- Ahora me tocaría a mi obligarte a hacer algo que suela hacer yo ¿no? –pregunté entusiasmada-

- Si..

- ¡Genial! Ven a mi casa antes de ir al concierto.

- Tu emoción me da miedo ¿Sabes? ¿Va a ser muy malo?

Oh, ni se imaginaba.

¡Esto es guerra! [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora