Capítulo 8: Agente Cherry en nueva misión.

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¡Oh, darling! Please believe me. I'll never do you no harm.
Believe me when I tell you, I'll never do you no harm.

¡Oh, darling! If you leave me, I'll never make it alone.
Believe me when I beg you, don't ever leave me alone.
When you…

The Beatles me susurraban sensualmente al oído aquella increíble canción cuando inesperadamente, enmudecieron. Lentamente y con cierta irritación, me quité los lentes de sol para escrutar mi alrededor. Busqué por puro instinto a mi mejor amiga entornando los ojos.

Lesslie siempre solía jugarme aquella clase de bromas. Apagaba mi móvil cuando me suponía distraída y era algo que lograba fastidiarme muchísimo. Pero un breve vistazo al lugar en donde me encontraba hizo descartarme por completo la idea de una jugarreta por parte de mi amiga. Less seguramente estaba atornillada a una silla de universidad a más de miles de kilómetros de distancia y a no ser que se teletranspotara entre clase y clase para jugarme alguna de sus típicas bromas, debía de haber otra explicación razonable para el repentino mutismo de mi banda favorita. Dejándome una nota mental de: “llamar a Lesslie luego”, dándome cuenta de cuánto la extrañaba, cogí mi móvil del bolso de playa situado a mi lado. Oprimí una tecla y cuando el mando no me respondió, comprendí que la maldita batería había desistido. Kaput, muerto.

Dejé salir un resoplido. Había quedado sin distracción y ahora no tendría más remedio que volver a la realidad. Una realidad calurosa que llegaba a los 29°C. Ni una pequeña nube sombreaba el celeste cielo y no había ni una sola pizca de viento. Era el infierno en la tierra. Pero tanto calor solo suponía una cosa. El verano estaba comenzando, y con él llegarían las tan ansiadas y benditas vacaciones. Ahora, semana y media después de mi arribo, el hotel parecía un hormiguero de turistas.

Esa mañana me había recostado en una de las tantas tumbonas de madera que bordeaban la enorme piscina de aguas cristalinas del hotel, la cual contaba con un bar estilo hippie en el centro, para tomar un poco de sol. Sentadas a mi lado, y muy a mi pesar, aún se encontraban charlando las cacatúas estiradas que me habían obligado a colocarme los auriculares horas atrás, por su estúpida y superficial discusión sobre cuál era el mejor diseño de cartera de Louis Vuitton de su última colección. Obviamente, no lo había podido soportar. Pero ahora que no tenía buena música para silenciarlas, su cháchara volvió a hacerse clara para mis oídos. Les eché un vistazo disimulado y me encontré con la viva imagen de las Bratz bronceándose al sol.

—¿Creen que podamos asistir al desfile Prada este verano?

—Yo me he enterado que este año solo puedes asistir si tienes una invitación especial de Runway.

—¡No puedo creerlo! ¡Eso es tan injusto!

Un niño que no se alimenta por no tener qué comer  es algo injusto, pensé.

—No se preocupen — las calmó la Bratz rubia colocándose una enorme capelina para proteger su rostro del sol —. Mi papi tiene contactos en Runway y se encargará de todo.

—¿De verdad? ¡Eso sería estupendo!

—De veras, moriré si no puedo asistir…

—Yo me moriré si no asisto a la fiesta de H0L.

La Bratz de cabello caoba pegó un chillido tan agudo que todos los presentes giraron la cabeza para mirarla.

—¿H0L organizarán una fiesta?

—¿No se enteraron? Organizarán una fiesta para el estreno de su nuevo…

Dejé de oírlas, levantándome rápidamente de la tumbona. Si no me alejaba pronto de ellas muy probablemente tendría la suerte de sufrir una aneurisma. Me quite entre refunfuños los inútiles auriculares de mis oídos, los enrollé alrededor del cadáver-cuerpo y eché todo con desgano dentro del pequeño bolso de playa. Me calcé mis sandalias y me dispuse a subir a mi habitación luego de envolverme en una bata blanca.

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⏰ Última actualización: Feb 24, 2015 ⏰

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