Capítulo 6

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Dentro del avión,  Ann no dejaba de mirar por la ventas, sorprendida de aquella tecnología, jamás había viajado. André no paraba de verla, riéndose de sus reacciones, como si se tratara de una simple niña. Este se acostaba hacia atrás  del cómodo sillón disfrutando de la primera clase.

El capitán anunciaba el despegue del avión, mientras todos se colocaban el cinturón, Ann no pudo evitar sentirse nerviosa.

-¿Se nota?

- Si no fuera, por lo fuerte que me estas agarrando, probablemente no me daría cuenta.

-¡Jeje! (sonrió)

-Azafata nos puede traer un poco de vino tinto.

-Sí, señor.

-Tomate eso Ann.

-¡Nunca bebo!

-Solo un poquito para que te puedas relajar.

Ella acto seguido se quedó profundamente dormida, tanto que al aterrizar no despertaba.

-¡Ann! Cariño hemos llegado a la isla.

Al verla durmieron este no pudo evitar besarla en la mejilla para despertarla. Poco a poco empezó lentamente a abrir los ojos, contemplado el rostro de André. Se sentía atrapada en un bello sueño, el poder estar con la persona que amaba.

Los llevaron en una camioneta por un solitario camino en medio de una bella vegetación verde, el ambiente  tropical. El hotel estaba perdido en un lugar privilegiado, apartado del mundo, con edificio central, rodeado de varias habitaciones privadas construidas de bambú, todas con su jacuzzi y con vistas al mar.

Ann no podía dejar de observar el lugar sacado de un cuento, aunque cierta parte de ella tenía miedo de que aquello fuera tan hermoso. Tanto como cuando una pareja va de luna de miel o a tener cierta intimidad, no sabía cómo debía manejar la situación.

Un botones llevo las maletas a la suite, André le dio una propina a este, ella se quedó recorriendo la habitación viendo todos los detalles, una botella de champagne, pétalos de rosas sobre la cama y una cesta llena de frutas.

 -Ann no te asustes, si lo deseas no va a pasar nada,  yo dormiré ahí.

Señalando un confortable sofá de tonos azules.

-Vamos cámbiate, ponte tu bikini  y nos iremos a nadar.

Ann se puso un traje de baño negro que realzaba su figura, André no pudo evitar observarla. Sin charlar  se fueron caminando a la playa donde ella entusiasmada empezó a salpicarlo, la agarro de la cintura, subiéndola en su hombro así se la llevó gritando y pataleando, la tumbo en el cuarto, saco de la cómoda unas esposas y la agarro nuevamente como hizo Jorge.

-¡No tiene gracia André!, suéltame por favor.

- Así te quería ver yo, (Ann arrugo su expresión), ¿a poco te creíste el cuento de que te amaba?

- ¡No puede ser!, hace unos días que me salvaste de Jorge, ¿estabas actuando?(le comento angustiada)

-Que poco me conoces, para creer en tan mala actuación.

-¡Por favor suéltame!

-No princesa, ¿En dónde están las llaves de la caja fuerte de los papeles de la empresa?

-¡No te diré nada! Mátame si quieres. Eres un cerdo, nada más me enamoraste para esto… ¡te odio!

-No digas esas palabras tan feas mi princesa.

-Ahora me vas a decir que fuiste capaz de mentirle hasta a tu propio amigo.

-Por supuesto, él tiene demasiada ética y perjuicios para dejarme hacer algo similar. Así que lo engañe para quitármelo de encima.

Una princesa sin castilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora