Capítulo 2

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La casa  estaba decorada a la máxima expresión minimalista, en contraste de blancos y negros, daba cierta sensación de desenfado al ambiente, era de una sola planta donde al fondo se visualizaba una piscina con un gran jardín. Ann era llevada por un largo pasillo de puertas cerradas, finalmente la acomodaron en una habitación, era de un tono blanco uniforme, el sol entraba por una gran ventana iluminando el lugar.

Era muy distinta del cuarto de princesas que tenía en la mansión, pero eso parecía no importarle. Todo lo contrario le gustaba aquel lugar sin tantas pretensiones.

-Sé que está vacío señorita, pero no se me disguste.  Esta así para que usted lo decore a su agrado. Cualquier cosa que le haga falta no dude en decírmelo, aquí le dejo su maleta para que, coloque la ropa en su armario. (Le sonrió cariñosamente le mayordomo.)

-Muchas gracias… (No sabía su nombre)

-¡Ah!, perdón. Mi nombre es James  para lo que se le ofrezca princesa.

Ann se empezó a sentir mejor después de esas palabras de cariño, pensando que por lo menos no estaría tan sola en esa casa.

-¡Encantada James!, (comento entusiasmada.)

Este cerró la puerta con delicadeza, Ann empezaba a desempacar toda su ropa.

-¿En dónde pondré tantos zapatos?

Se oyó la puerta abrirse en un golpe seco, haciendo brincar del susto. André se  incorporó al lugar. Ann no sabía que decirle, en realidad le inspiraba terror.

-Se me olvido decirte, ¡Ann!  A partir de ahora harás lo que yo diga. (Exigió) no quiero caprichos, ni me vengas con problemas infantiles,  ¡no soporto a los niños!, simplemente te estarás aquí tranquila y procuraras no hacer ruido cuando tenga visitas, ¡en especial cuando se trate de mujeres!... (Hizo un gran silencio intentando cambiar su expresión) Creo que ahora que hemos dejado claras las reglas de esta casa,  te lo puedo decir  ¡Bienvenida!

Igual que entro, se fue. Ann no sabía que pensar de aquel hombre, era terrible o de plano estaba loco, bueno… de todas maneras no era tan sorpréndete para ella, lo ignoraría a como diera lugar. Mínimo hasta cumplir la mayoría de edad  y para eso solo le faltaba 9 meses. Finalmente  en ese tiempo sería una persona libre por primera vez en su vida.

Alex le comentaba André:

-No seas tan cruel con ella, es solo una niña, yo sé que estás acostumbrado a no tocarte el corazón, pero piensa que ella no tiene la culpa de lo que hiciera su papa.

-¡Solo le di la bienvenida a mi casa!

-Sigo pensando que eres demasiado brusco. Mañana vamos a cenar con los inversionistas, si tu plan es que haga presencia esa niña, la tendrás que tratar de otro modo. (Se despidió) Bueno te dejo, ¡nos vemos mañana! (advirtió) solo acuérdate de lo que te dije, ¿de acuerdo?

-Sí, sí, si… Está bien.

Le contestaba mientras acompañando a Alex hacia la puerta.

En mitad de la noche cuando todos dormían, Ann se levantó cuidadosamente sin prender las luces, se fue caminado hasta el refrigerador, donde agarro una botella de agua bien fría, ¡no aguanta más su sed!, se sirvió en un vaso cuando…

-¡Ah!

 Grito de pánico al sentir una mano que se apoyaba en su hombro, seguidamente alguien encendió la luz.

Era André, la última persona que quería encontrar, empezó a balbucear:

-Lo siento de verdad, es que tenía mucha sed, ¡no era mi intención molestarlo!

Una princesa sin castilloWhere stories live. Discover now